No y no. Este rotundo no va dirigido como un rechazo al pronunciamiento de dejar de extraer el crudo ecuatoriano desde el bloque 43 en los campos de Ishpingo, Tambocha, Tiputini (ITT), que producen 55.000 barriles diarios de petróleo, estimando un precio promedio de $ 60 cada uno, que suman al presupuesto general del Estado $ 1.200 millones anuales.

Esta próxima consulta parte del frustrado intento de dejar el petróleo bajo tierra que se planteó en el gobierno del economista Correa en el 2007 en una asamblea de la ONU, a cambio de recibir una compensación de $ 3.600 millones en doce años; y no contó con el apoyo de las potencias responsables directas del calentamiento planetario, a pesar de que con la iniciativa se evitaba la emisión de 400 millones de toneladas de CO2. En el 2013 se hace presente un grupo de ambientalistas abanderados con la propuesta. En el 2014, con la aceptación de la Asamblea Nacional, el gobierno de Correa emite un decreto para allanarse a la explotación del bloque 43 del ITT alegando que solo se afectaría el uno por mil del parque, cuya extensión es de 982.000 hectáreas. La firma de este decreto fue uno de los detonantes para que se lo señalara de dictador, tal es así que en los eslóganes de los reclamos se leía: “Luchamos por la vida y la democracia”. Es paradójico que los que hoy se oponen a esta consulta ayer políticamente por hacer oposición aplaudían la recolección de firmas que alcanzaron las 780.000 y el Consejo Nacional Electoral reconoció 360.000. Ambientalistas impugnaron y en el 2018 se auditaron las firmas y el CNE les otorgó certificado de legitimidad democrática. La Corte Constitucional admitió a trámite la consulta el 16 de septiembre de 2020. La explotación está en marcha rindiendo beneficios económicos al Estado. Está en entredicho si hay o no hay mayor afectación al medioambiente; toda actividad del hombre, por mínima que sea, produce afectación, lo de sopesar es si se obtienen beneficios o es contraproducente. Sin embargo, en los actuales momentos, después de que las potencias mundiales dieran la espalda a la idea de dejar de contaminar el planeta con el petróleo en el subsuelo, y habiéndose instalado en una parte del parque Yasuní un campo de bombas de succión, pienso que lo adecuado es llegar al compromiso de que a partir del 2023 ni un solo milímetro más, de ahoyar dicho parque. Si desmontan dichos campos petroleros no será todo como antes, todo cambió, y nosotros necesitamos los dólares del petróleo para cubrir presupuestos para el bienestar de los ecuatorianos. (O)

César Jijón Sánchez, Daule