Hay delitos que aparentemente ‘no producen’ mayor daño a la sociedad, pues sus efectos se diluyen en la enorme cantidad de individuos afectados; siendo la realidad que sumados sí causan grandes perjuicios no solo económicos, psicológicos sino morales. Unos de estos son las acciones diarias depredadoras, de descalificados ‘comerciantes’ que propician la actividad delictiva al comprar productos robados; y de ciertos adictos que trabajan de ‘chamberos’.
Sobre el comercio de cosas robadas, son miles los perjudicados en su modesta economía por el robo los espejos retrovisores de sus vehículos, plumas limpiavidrios, tapa del depósito de combustible, batería, caja de la memoria o computadora del carro; etc. Además, son centenares los robos de metales de letreros de señales de tránsito y publicidad, de pasamanos de puentes peatonales y vehiculares, de tachos de basura y de techos de paraderos de buses; provocando daño al equipamiento urbano. En dicho comercio de piezas y cosas robadas también se venden prendas de vestir, objetos jardinería (palas, mangueras); tornillos y tapas metálicas de medidores de agua y de alcantarillas, etc. Los depredadores roban dichos objetos en calles, viviendas para revenderlos al público.
Sobre las actividades de ciertos ‘chamberos’, son miles las familias afectadas en su salud y en el ornato en sus sectores, debido a la basura regada en las calles por lastimeros drogadictos que destruyen las fundas de basura en busca de una botella de plástico, un cartón...; para venderlos en recicladoras y tener dinero para drogarse.
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Las autoridades del Municipio, Intendencia de Policía, comisarías, no realizan controles para erradicar los delitos ni imponen las sanciones de castigo a los autores de los robos y a quienes los incitan. (O)
José Teófilo Villón Barros, Guayaquil