En esta, nuestra época, nos urge desarrollar este don tan preciado por el rey Salomón en la antigüedad, como es la sabiduría, la más grande riqueza venida a menos por dar prioridad a lo económico y financiero.

Y no se trata de acumular títulos academicistas, sino que los conocimientos que adquiramos sean académicos o de las experiencias de la vida, y nos sirvan para replantearnos el curso de nuestra historia personal y social, que nos ayuden a buscar respuestas a las preguntas existenciales, nos lleven a la trascendencia. Con esta inteligencia espiritual nos pondremos en búsqueda del sentido y con la sabiduría todo lo demás vendrá por añadidura. (O)

Cristhiam Carpio Castro, máster en Educación, Daule

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