Hoy sabemos de pandemias y cuestiones sanitarias mucho más que antes, incluso ni nos interesaba. Hoy es nuestro tema. ¿Y qué pasa con la fe? ¿Cómo interpretar el dolor que se ha vivido? ¿Hemos aprendido algo? ¿Dónde está Dios en esta situación, qué quiere de nosotros?
Creo que tantas preguntas tenemos que hacernos y respondernos una respuesta principal: agradecer; hoy tenemos necesidad de agradecer, perdonar (en lo personal y comunitario), reconocer lo que se necesita, mirar hacia adelante los proyectos. El papa Francisco nos habla sobre fraternidad en la encíclica Fratelli tutti, que está marcada por la fe y la pandemia. En la pandemia, ¿a qué Dios descubrimos, trágico, castigador...? El problema muchas veces hace perder la fe en el Todopoderoso, porque “si Dios permite esto y no cambia tanto dolor, no es bueno”. La enfermedad y la muerte son parte de la vida..., todo es parte del camino. Aunque tenemos una pandemia..., Dios es compañero de la vida y nos espera en la resurrección... En un mundo herido necesitamos abrirnos a Dios..., estar en un mundo abierto... este llamado de fraternidad es una oportunidad de conversión, entendiendo que conversión es cambio para crecer, para mejorar, para vivir el Evangelio ayudando al más necesitado... Tenemos capacidad, talentos, hay que ponerlos a actuar y crecer... La pandemia debe repensar nuestro estilo de vida, nuestro cultivo de la vida..., amor. (O)
María Cecilia García de Villacrés, Guayaquil