No cabe la menor duda de que la situación económica que vive el mundo, a causa de la pandemia que la azota desde casi un año ya, dejará huella en la vida de millones de familias; además, ha cambiado la forma en la que se desarrollan muchas actividades alrededor del planeta. No es exagerado, por lo tanto, hablar de un nuevo orden mundial.

Inclusive en las principales economías del mundo, el golpe de la pandemia se siente con fuerza, causando desempleo, desaceleración de la producción y pobreza.

Si esto ocurre en el denominado primer mundo, ¿qué podemos esperar en nuestra escuálida economía?

Desde esta columna hemos cuestionado algunas decisiones en política económica adoptadas por el actual gobierno, pero sobre todo, que han sido tomadas de manera tardía, pues, si se hubiesen tomado al inicio de la gestión, sin pretender “patearle la pelota al siguiente gobierno”, habrían contribuido a evitar que la pandemia nos agarre, como país, literalmente, “con una mano adelante y otra atrás”.

¿La precaria situación de las arcas fiscales al inicio de la pandemia en Ecuador contribuyó a lo que vivimos? ¿Impidió salvar vidas? Es muy difícil afirmarlo o negarlo. El tiempo que generalmente lo descifra todo nos dará esa y otras respuestas al respecto.

Pero más allá de ello, es importante recordar que el actual gobierno NO recibió la “mesa servida” como cínicamente lo sugirió su antecesor, el líder supremo que nos gobernó por más de una década. Hagamos memoria.

Vale recordar que entregó el Estado central con el rol de pagos triplicado; que la deuda externa se disparó casi cuatro veces en su gobierno, el mismo que, paradójicamente, administró la mayor bonanza económica de la historia del Ecuador. Que despilfarró miles de millones de dólares en elefantes blancos inservibles, en obras mal diseñadas o sobredimensionadas.

Entonces, cuando analizamos la situación que vivimos, la precariedad del sistema de salud, el desempleo, la falta de liquidez del sector público y el gigantesco endeudamiento que asfixia las finanzas públicas, así como su impacto en la calidad de vida de la mayoría de los ecuatorianos, no podemos olvidar quién o quiénes nos dejaron el país en pedazos.

Digo esto porque estamos ya a diez días de las elecciones generales, y bien vale tenerlo presente al momento de decidir nuestro voto.

Está claro que gobernar no es cuestión de magia; que a cualquier buen gobernante le tomará años enderezar la ruta y sacar a flote este barco a la deriva; y que por muy buen gobernante que elijamos, no estará exento de errores y de malos funcionarios que traicionen la confianza ciudadana. Pero es fundamental elegir un nuevo presidente con la experiencia, preparación y capacidad necesaria para emprender tan dura tarea. La gravedad de la situación demanda tomar acciones cuanto antes.

No podemos darnos el lujo de devolver el poder a quien nos hizo tanto daño, porque ello representaría liquidar al país y convertirlo en el infierno que hoy lamentablemente viven nuestros hermanos venezolanos.

Piensa bien tu voto, estimado lector. En tus manos está levantar al país o terminar de hundirlo. (O)