El año 2020 nos ha enseñado que debemos estar preparados para todo; que jamás podemos predecir lo que va a suceder el día de mañana. En febrero, muchos estaban en las playas en carnaval; al otro lado del mundo se desarrollaba una pandemia, pensábamos como siempre “esto no me va a pasar a mí”, luego de unos días nos pasó.
Cerraron el país y seguíamos sin creerlo, hubo muertos tirados en las calles y a la vuelta de la esquina había una fiesta clandestina donde otros seguían pensando que eso no tenía nada que ver con ellos. Salieron unas autoridades queriendo aprovechar la tragedia para hacerse pasar por héroes sin medir las consecuencias de sus actos, y otras a querer hacer feria con la desgracia de los ciudadanos (no hemos olvidado las camionetas atravesadas en los aeropuertos y los tallarines famosos sin gluten...).
El año se acaba y cada quien lleva puesta su mascarilla, y seguramente serán regaladas con camisetas, banderines para crear el conjunto perfecto para que los ciudadanos hambrientos de esperanza aparezcan en mítines el 2021 a seguir escuchando promesas vacías de quienes quieren ostentar poder. Hay muchos héroes que terminaron arriesgando sus vidas para que nosotros pudiéramos vivir: médicos, policías, pero no olvidar a quienes talvez sin saberlo mantuvieron el país a flote, agricultores, empresarios, transportistas, personal de limpieza... que día a día salen a enfrentarse con la tragedia y lograr que Ecuador no se caiga a pedazos, como medios internacionales pronosticaron; a todos ellos nuestro eterno agradecimiento. No podemos despedir el año sin recordar que es deber nuestro superar las adversidades, no vivir esperanzados en que aparecerá un “salvador” que nos resolverá los problemas, sino este país seguirá siendo tierra fértil para oportunistas y demagogos. (O)
Francisco Ramírez Parrales, ingeniero, Samborondón