Por Livio Espinoza
El Ecuador vive dos grandes crisis, una económica y otra de miseria moral heredada de los últimos 14 años de gobierno de los socialistas del siglo XXI, que nos han llevado al desánimo, depresión y que nos han dejado casi sin esperanza. Por todos lados andamos rodeados de actores rapaces que piensan y actúan únicamente para su beneficio personal, que traicionan a la patria a través actos ilegales, con una inmoralidad evidente y que compran a quien tenga algo de poder o de influencia, para desfalcar las pobres arcas del Estado.
Como ejemplos de esta miseria moral que vivimos en cada uno todos los campos de acción del Estado, podemos citar: en el campo político vemos una Asamblea totalmente descalificada moralmente y la cantidad de partidos políticos aprobados por el CNE, que luego ofrecen sus partidos al mejor postor; en el campo social encontramos una cadena hospitalaria inmersa en procesos de corrupción, sin importarles que los ecuatorianos vivamos épocas de mucha angustia y dolor por el azote del coronavirus; en el campo de la seguridad interna vemos un país aterrorizado por la ola de crímenes y asaltos que se suscitan a cada hora, como resultado, entre otros, de la pobreza a la que nos han llevado los gobernantes y al crecimiento del tráfico de drogas, sin que el Estado adopte fuertes medidas antes de convertirnos en un país ingobernable por la intromisión del narcotráfico.
Para eliminar o reducir esta miseria moral se vuelve urgente entrar en un proceso de transformación en todos los niveles del Estado y por ende en los directivos de los partidos políticos en proceso de elección, quienes deben entender que para que esta se produzca hay que trabajar en las cuatro dimensiones de nuestro ser. Esta transformación implica, en una primera dimensión, que el candidato y sus equipos de trabajo deben generar confianza, compromiso y una actitud de querer cambiar la condición de vida de los ecuatorianos; la segunda dimensión es el saber, esto es que tengan una gran preparación intelectual, sean competentes, tengan experiencia en la administración del Estado y proyectos de desarrollo, sepan razonar bien y sean personas de criterio y de valores y virtudes propias de quienes tienen vocación de servir a la patria. Esto implica una tercera dimensión, saber hacer, es decir tener el poder personal (competencias y experiencia) para desempeñar eficientemente el cargo que le sea designado. La última dimensión es que tengan visión estratégica, es decir, entender para qué me sirve todo lo anterior, para qué quiero querer, para qué quiero saber, para qué quiero poder personal.
Vivimos un proceso electoral y es el momento para que los ecuatorianos, antes de depositar nuestro voto, reflexionemos y hagamos conciencia del antilegado que nos dejaron estos gobiernos del socialismo del siglo XXI a las generaciones presentes y futuras; sobre los partidos políticos que participan en esta lid, debemos meditar respecto a sus actuaciones anteriores y su participación con los gobiernos anteriores, el historial de sus dirigentes y la conformación de cuadros de líderes para asambleístas.
El Ecuador no soporta otro mal gobierno, el Ecuador necesita líderes con vocación de servicio a la patria y con una firme actitud de transformar nuestro país y entregar bienestar a su gente. (O)