La epidemia que seguimos padeciendo todos nos ha hecho caer en la cuenta de que somos responsables unos de otros, y ha relativiza do las propuestas de autonomía individualista. Lo propio de la medicina es curar, pero también cuidar, aliviar y consolar sobre todo al final de esta vida, como hace la medicina paliativa: humanizar el proceso de muerte y acompañar a la persona hasta el final.
Obispos señalan la paradoja de una sociedad que pretende la eliminación total del sufrimiento, y cuando no lo consigue propone salir del escenario de la vida. Al contrario, lo verdaderamente humano es acompañar, paliar y ayudar a vivir ese sufrimiento; no hay enfermos incuidables aunque sean incurables.(O)
Domingo Martínez Madrid, Burgos, España







