En una acción sin precedentes, la prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine ha publicado hace pocos días un editorial duramente crítico sobre el manejo de la pandemia COVID-19 en Estados Unidos. Es de precisar que dicha revista científica se ha venido publicando regularmente por más de 200 años y tiene el más alto factor de impacto de todas las revistas médicas en el mundo. En su historia, es la primera vez que emite un comentario político, y que el cuerpo de editores se une en un solo discurso para protestar sobre las acciones de salud adoptadas en este tiempo de crisis. El editorial se titula ‘Muriendo en un vacío de liderazgo’.

En dicha redacción, los editores reconocen que la crisis de esta pandemia ha golpeado al mundo entero, convirtiéndose en una prueba de liderazgo para cada país. Estados Unidos, considerado una potencia líder mundial en tecnología y ciencia médica, no ha podido responder ni adecuada ni oportunamente –a través de sus autoridades– para evitar las más de doscientas mil muertes ocurridas. Su liderazgo ha fallado.

Entre los errores cometidos se hace hincapié en dos muy importantes: el no apoyarse en la ciencia y el no predicar con el ejemplo. El Gobierno federal abandonó el control de la enfermedad y lo delegó a cada uno de los estados. Instituciones de prestigio como el CDC (Centro de Control y Prevención de Enfermedades), NIH (Instituto Nacional de Salud) y FDA (Administración de Drogas y Alimentos) fueron algunos ignorados, otros politizados, de tal manera que respondieron más a la presión de la administración que a la misma evidencia científica, dando origen a “charlatanes que oscurecían la verdad y facilitaban la promulgación de mentiras indiscutibles”. La falta de decisión en la aplicación temprana de medidas estrictas de bioseguridad permitió que los más vulnerables sean los más afectados y agravó la inequidad de tratamiento de los diferentes grupos sociales. Los líderes hicieron caso omiso de las reglas de distanciamiento social y del uso de mascarillas, con lo que enseñaron a muchos ciudadanos a descalificar dichas medidas e ignorar la voz autorizada de los expertos.

Finaliza el escrito tildando de incompetentes y peligrosos a los líderes políticos actuales, y hace un llamado a sus lectores (personal de salud) a pensar bien para las próximas elecciones.

Hasta el 10 de octubre de 2020, el Ministerio de Salud Pública de Ecuador reportaba 146.828 casos positivos de COVID-19, confirmados por la prueba PCR, y 12.188 fallecidos relacionados con el virus SARS-CoV-2 en todo el país. La mayor cantidad de casos confirmados (seguramente más pruebas realizadas) corresponde a Quito, mientras que la mayor cantidad de muertes corresponde a Guayaquil.

Algunas similitudes encuentro entre nuestra respuesta política frente a la pandemia y lo narrado en el editorial comentado. Las medidas de bioseguridad no pueden ni deben descuidarse en nuestro país. Nuestras autoridades deben dar el ejemplo de disciplina para poder exigir de todos nosotros un adecuado comportamiento frente al virus hasta que la vacuna llegue. (O)