A menos de dos meses de cerrar las inscripciones de candidatos para las elecciones de febrero 2021, la lista larga de precandidatos parece ser la de una película en la que cíclicamente se repite el día, el mes o en este caso, la papeleta.

Fiel reflejo de los partidos políticos presididos por varones, las listas están llenas de ellos. De vez en cuando alguna mujer aparece, con un discurso casi tan agresivo y vacuo como el de cualquier macho.

Nombres que ya han estado antes en elecciones con sus correspondientes décadas de fracasos muestran una vez más su incapacidad de llegar a acuerdos, de conseguir trabajar en conjunto hacia lo que la mayoría quiere: acceso a recursos culturales, económicos y sociales. En su lugar, recibimos una vida cargada de violencia, discriminación, sin bienestar básico ni humanidad.

La paridad de género en la política está lejana en Ecuador, al igual que la inclusión de diversidad étnica y social. Tendremos que ver otra vez a personas poco preparadas pero conocidas por sus actividades fuera de la administración pública en las listas, a los parientes de los dueños de los partidos, a los que ponen plata para la promoción que luego exigirán con intereses a los electos.

El bodrio será televisado más que nunca porque la pandemia disminuye la demagogia de a pie, saldrán a tomarse fotos con cervezas, en camiseta y blue jean para la propaganda mientras las corbatas esperan detrás de cámaras el momento de negociación.

Twitter, WhatsApp y Facebook se llenarán de noticias falsas bien pagadas y de peleas entre troles, incautos o necios. El mundo de las redes seguirá adaptando el de noticiarios y programas de opinión mientras el 80 % de la población ni se entera de cuál corrupto ha sido enjuiciado y condenado o cuáles tramposos invierten en el negocio de estar en papeletas.

A pretexto de la pandemia, veremos más médicos acompañando a los jefes o hasta en las listas de candidatos. Los caciques pretenderán que siempre se preocuparon por la salud, aunque seguramente escogerán a los que más hayan usado sus mandiles para hacer política, no para atender pacientes, peor para proponer alternativas.

¿Cómo vamos a escoger entre lo que nos ofrecen estos partidos que tan poco han hecho por la democracia en nuestro país? ¿Será que revisaremos lo que cada uno dice frente a lo que ha hecho en su vida? Por ejemplo, esos que hablan de equidad pero que por donde han estado siempre tuvieron directorios repletos de varones blancos amigos o parientes del 1 % más rico del país. O a quien dice estar por la igualdad de género, pero que cuando los jefes se burlan, maltratan o retroceden los derechos de las mujeres, se calla o mira para otro lado.

Cuando se armen las listas, veremos cuán fatuos y oportunistas son los partidos, cómo no les importa nada más que llegar, tener un poco más de poder para seguir sirviéndose del Estado, de sus cuotas de negociación.

Ecuador, en el peor momento de su historia ahogándose en las múltiples crisis que lo afectan y a puertas de ver derrochar dinero en una campaña más de mediocres y oportunistas. No son tiempos para vociferar que sí se puede. (O)