La ciudad de Loja, considerada con méritos propios la capital musical y cultural del Ecuador, contribuye con profusión al desarrollo de la actividad literaria, periodística, musical y científica del país, a través del aporte intelectual calificado de hombres y mujeres que supieron desafiar al centralismo y a la condición de marginalidad del ‘último rincón del mundo’ y cuyas circunstancias de adversidad sirvieron, más bien, para afianzar ese pensamiento libre y transformador que es contrario a toda forma de claudicación o domesticación social.

Cuando revisamos, por ejemplo, desde 1975 los galardones entregados mediante el prestigioso Premio Nacional Eugenio Espejo, encontramos los nombres de lojanos como Benjamín Carrión Mora (1975), Alejandro Carrión Aguirre (1986), Eduardo Kingman Riofrío (1986), Ángel Felicísimo Rojas (1997), Nicolás Kingman Riofrío (1997), Édgar Palacios Rodríguez (2006) y Carlos Eduardo Jaramillo (2007), a quienes se les reconoció, en su momento, su valía y trabajo entregado a la cultura. Esto dice mucho de una ciudad y provincia, cuya gente encuentra en la música, las letras, pintura y academia, ese refugio o espacio natural para la creación e innovación.

Ahora mismo, la Casa de la Cultura Benjamín Carrión, núcleo de Loja, postuló ante el Ministerio de Cultura y Patrimonio, y dentro de la categoría de actividades literarias que prevé el Premio Nacional Eugenio Espejo 2020, la candidatura del escritor lojano Carlos Carrión Figueroa, una de las mentes contemporáneas más agudas y representativas de las letras ecuatorianas.

La obra de Carlos Carrión Figueroa es extensa; incluye novelas, cuentos y ensayos, entre los que se citan La utopía de Madrid, La mantis religiosa, ¿Quién me ayuda a matar a mi mujer?, El deseo que lleva tu nombre, Ella sigue moviendo las caderas, El más hermoso animal nocturno, Una chica dormida en un caballo, El colibrí que quiso escribir una novela, De Loja a Roma pasando por donde Maite, etcétera, trabajos en los que están presentes el humor, amor, erotismo y, desde luego, esa mirada penetrante a crudas realidades que se conectan a la condición de los migrantes y que no son extrañas a buena parte de los habitantes de nuestra frontera sur.

A propósito, Ruth Rodríguez Serrano, en su análisis: ‘Estética del humor en la novela de Carlos Carrión Figueroa’, destaca: “…En sus novelas, Carrión ensaya la comedia dramática como principio constructivo. Lo sentimental confiere fuerza y unidad al tema, que ya de por sí reviste dolor; pero este no es motivo para crear una tragicomedia, sino que logra mover su resiliencia para catapultarse hacia lo amargo del humor, tanto que a veces el lector no atina, igual que el personaje, a reír o llorar sobre su humana condición…”.

La postulación de Carlos Carrión Figueroa al Premio Nacional Eugenio Espejo 2020 constituye una inmejorable oportunidad para que el Estado reconozca la impecable trayectoria personal y profesional de un ciudadano sencillo y ejemplar, dueño de una enorme fuerza literaria que le otorga una dimensión especial. (O)