Es la exigencia de monseñor Bertram Wick, obispo de Santo Domingo de los Tsáchilas, en una reciente homilía dominical, dirigida a aquellos asambleístas ecuatorianos que han utilizado un carné de discapacidad para obtener diferentes e injustificables beneficios y exoneraciones. El video del mensaje ha circulado en las redes sociales y ha suscitado la adherencia mayoritaria de los ciudadanos que nos sentimos representados –en este caso– por la enérgica y valiente conminación del sacerdote. Es significativo que un hombre de la Iglesia diga públicamente aquello que todos pensamos, y da la medida del deterioro sin precedentes de nuestra clase política, encarnada por aquellos que se dicen nuestros “representantes”. Me sumo, sin dudar, a la enérgica demanda de monseñor Wick.

Renuncien, señores asambleístas, no solamente quienes usurparon un derecho que los verdaderos necesitados difícilmente obtienen en nuestro país donde la corrupción hace lazo social. Renuncien todos, regresen a sus labores previas o busquen trabajo como la inmensa mayoría de los ecuatorianos. Dejen en las curules a sus subalternos, que no lo harán peor que ustedes. Asuman que ustedes no nos representan salvo honrosas excepciones, porque no laboran lo suficiente para beneficio del país, sino para el reparto de favores y prebendas mediante el mercadeo de su poder y sus privilegios. Si Winston Churchill dijo que la democracia es la peor forma de gobierno con excepción de todas las demás, ustedes son lo peor de nuestra discapacitada democracia… sin excepción.

No bastan sus disculpas en las redes sociales, queremos que se vayan a sus casas, ya que jamás irán a la cárcel porque nuestro sistema judicial está igualmente infectado en este Ecuador de la corrupción endémica, donde todos desarrollamos anticuerpos para convivir con ella como si no nos afectara. Más que discapacitados físicos, algunos de ustedes padecen alguna forma de discapacidad cognitiva o moral que no les permite realizar el trabajo que les corresponde, y que no les deja “escuchar” lo que la población piensa y demanda de ustedes. Mayoritariamente, no merecen la dignidad y el encargo que les hicimos con nuestro voto, nunca estuvieron preparados para ello. Fuimos condescendientes con ustedes por aquella posición seudofilosófica ecuatoriana del “así mismo es”, que indica que nuestra tontería es el reflejo especular de la de ustedes. Entonces, en este último aspecto, quizás sí nos representan, trágicamente.

Bertram Wick nació en Suiza y vino al Ecuador como misionero capuchino hace treinta años, para trabajar en este país que ama tanto como su lugar de origen, a tal punto de que hace años adoptó la ciudadanía ecuatoriana. Por su origen y por su credo, él no admite que la corrupción sea la moneda de cambio en una sociedad y en una cultura. En esa posición, él sí representa a los ecuatorianos hastiados de los escándalos semanales que se suceden sin cambios ni consecuencias. Él viene de un país donde se dicen y demuestran las cosas de frente, que forjó su riqueza con trabajo, educación, cultura, industria y amor por la verdad, la precisión y la justicia. Aprendamos eso del obispo. (O)