Sumergidos en la incertidumbre de nuestras vidas diarias podemos afirmar que el futuro es una incógnita. La ‘coronacrisis’ sigue siendo una vivencia tremenda y reveladora. Ha rebasado los iniciales pronósticos y diagnósticos de las ciencias y de los organismos rectores de la salud pública regionales y mundiales.
Nadie previó la dimensión de la catástrofe y sus funestos efectos que lamentablemente tienden a profundizarse afectando a la estructura del Estado y, de manera especial, a los sectores más vulnerables. No sabemos cuánto va a durar ni cuántas vidas se seguirán perdiendo o qué tipo de sociedad surgirá después de todo esto. La ‘nueva normalidad’ se traducirá en un mundo diferente. Es necesario asimilar los cambios que en nuestra vida ha significado este confinamiento, en el sentido material y espiritual. En los hogares, las personas han desarrollado una nueva cercanía con los suyos. Hemos tenido que recordar o aprender mucho el uno del otro, y con aquellos que han estado alejados, la comunicación se volvió casi permanente, especialmente con los padres, abuelos y amigos. En las ciudades ha surgido un nuevo tipo de responsabilidad. Es notoria la solidaridad de los jóvenes; el ejemplar apostolado a riesgo de su vida propia, de los médicos y trabajadores de la salud. Ha nacido un sentimiento de gratitud, admiración y respeto al esfuerzo de los trabajadores de las áreas vitales de: la cadena alimentaria, los agricultores, los choferes, las farmacias, la recolección de basura, los cementerios, el agua potable, la energía eléctrica, la policía, los militares, los servicios médicos, la comunicación, etc.; por su coraje, devoción y compromiso, ellos y muchos otros son nuestros héroes.
El confinamiento ha renovado con fuerza la obligación del cuidado responsable a niños y adultos mayores; la necesidad de invertir en salud, la reformulación de los sistemas nacionales de salud y gestión de riesgos con atención primaria con enfoque comunitario y responsabilidad ambiental. Existen otros temas para análisis, muy importantes como el manejo del gobierno, la corrupción, protección social... (O)
Rubén Alberto Barberán Torres, doctor en Medicina, Guayaquil