Recuerdo haber conversado sobre este tema con algunas personas, mi esposa, mis hijas, amigos y conocidos, y con todos coincidimos en lo mismo: esta nueva realidad, definitivamente nos ha cambiado la perspectiva de cómo encarar las cosas en todos los ámbitos. En ese sentido, esta nueva forma de ver las cosas, nos ha llevado súbitamente a estar conectados casi el 100 % del tiempo, tal vez solo nos desconectamos para dormir.

Basta con observar cómo los padres les decimos a nuestros hijos: “ya apaga el celular y comparte un rato con los demás”, para saber que las cosas están llegando a un nivel crítico. Pero el problema no nace con el COVID-19, ya estaba presente años atrás, solo que la situación actual lo ha agudizado.

Es cierto, que vemos con preocupación, cómo pasamos online todo el día, pero además es cierto, que debemos analizar el porqué de dicho exceso. Es que concluyentemente, la era digital ha transformado nuestros hábitos, costumbres e incluso obligaciones. Solo hay que mirar hacia atrás y comparar lo que hacíamos años atrás y confrontarlo con el presente para ver que, en el fondo, las actividades no cambiaron tanto, lo que cambió es el método, la vía o la forma de ejecutarlas.

Empecemos dando algunos ejemplos, antes, cuando queríamos leer un libro o un periódico, tomábamos en nuestras manos físicamente esos objetos, ahora tomamos una tablet, un smartphone o una laptop. Si deseábamos escuchar música, prendíamos una radio o un equipo de sonido, si preferíamos ver una película o las noticias, encendíamos el televisor o un DVD player, si anhelábamos hablar con alguien viéndolo cara a cara, acordábamos una cita para vernos y conversar, y las compras que hacíamos en su mayoría eran palpando el producto en nuestras manos, Y qué decir de nuestro empleo, debíamos trasladarnos hacia la empresa y trabajar durante 8 horas o más.

Hoy en día, todo eso quedó en el pasado, no sólo por la emergencia sanitaria que no nos permite movilizarnos con libertad y acercarnos a otros, sino también por la evolución que ha tenido el acceso a la información y a la comunicación, que ha provocado un giro de 180 grados en nuestra rutina diaria. Actualmente, si queremos leer un libro, escuchar música, ver una película, un partido de fútbol, o hasta un noticiero, usamos un dispositivo electrónico como un celular o una tablet, y si deseamos tener una conversación cara a cara por temas personales o laborales, simplemente hacemos una videoconferencia con el mismo dispositivo. Ya no nos trasladamos a hacer compras o para ir al trabajo, lo hacemos en modo online.

Este tipo de ventajas bajo la modalidad electrónica, provoca que estemos haciendo muchas actividades, pero siempre dentro del mismo ambiente digital, lo cual nos hace permanecer conectados durante varias horas en la jornada diaria. Pero debemos tener cuidado con estos nuevos hábitos, porque nos pueden distanciar de actividades esenciales para el desarrollo del ser humano, como es la interacción física con nuestra pareja, nuestros hijos, padres o también prácticas como tomar el sol, hacer ejercicio físico, o ser manualmente creativos al pintar, tocar instrumentos o escribir un libro.

En definitiva, la tecnología nos ha dado muchas facilidades para acceder a información importante y oportuna, nos ha permitido trabajar y comprar lo necesario en tiempos de confinamiento, pero si no somos precavidos y ponemos límites a nuestro tiempo online, nos puede llevar a perder de vista cosas tan importantes como ver crecer a nuestros hijos y compartir tiempo con nuestros seres queridos. Recomiendo poner límites a nuestra conexión diaria antes que sea demasiado tarde. Recordemos que el tiempo es un recurso irrecuperable y mañana puedes ser muy tarde para reaccionar.

Como siempre un gran abrazo virtual para todos. (O)