Estuve varada 90 días en Argentina junto con mi mamá.
En enero de 2020 me operaron de un tumor de cáncer maligno, grado 3, por lo que los doctores me permitieron viajar en febrero para realizar un seminario en Rosario, Argentina, y aproveché la tecnología de ese país para unos exámenes de escan. Cuando esperaba retornar con mi mamá en un vuelo comercial programado, justo cerraron las fronteras en Guayaquil dado que se tornó en centro de la pandemia. Nos quedamos en Argentina 60 días en un hotel y fuimos casi las únicas huéspedes. Fue lamentable pasar cuarentena en una pieza recibiendo noticias de muertes y llantos de familiares, amigos y conocidos de Ecuador. Posteriormente, Argentina cerró sus vuelos hasta el mes de septiembre, por lo que decidimos pasarnos a un departamento de un ambiente, esperando 30 días a que se reactive un vuelo especial. En los últimos días vimos cómo se reactivaba la economía de Rosario.
Mi mamá es diabética y yo como paciente oncológica quería que nuestras vidas estén garantizadas, estuvimos en contacto constante con la Embajada y el Consulado de Ecuador, hasta que se dio un vuelo de una aerolínea privada. Fue mucho el papeleo de la gestión de los vuelos, los trámites de salvoconductos de Rosario a Buenos Aires, y de la repatriación; hay que saber manejar la tecnología y tener contactos seguros. Los tiempos y plazos son muy rápidos. El boleto costaba $750 y el remise de traslado $220, se necesita entre $1000 para regresar de Argentina. Por tener enfermedades catastróficas pudimos retornar y hacer la cuarentena en la casa.
En los protocolos de seguridad en los aeropuertos de Argentina y Ecuador en unos lados nos dejaban los 2 metros de distancia, en otros todos estamos juntos; en el avión todos los asientos estaban llenos, algunos pasajeros se sacaron las mascarillas, etc. Los protocolos a futuro para los que viajan a Ecuador deben mejorar. Cuando bajamos del avión nos tomaron la temperatura, pasamos por equipos del Ministerio de Turismo, Cancillería, Ministerio de Salud (hicieron pruebas rápidas de COVID-19), pasamos por migración, área de maletas y Aduana (dos horas, aproximadamente); y no tiene que olvidar el salvoconducto la persona que lo va a recoger. Posteriormente, la Policía Nacional y el Ministerio de Salud monitorearon cada día el avance de algún síntoma. Todo esto fue traumático. (O)
Ivonne Elizabeth Paredes Chévez, 33 años, Guayaquil