Mientras la Asamblea Nacional discute insuficientes reformas para realmente flexibilizar el trabajo en Ecuador, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe El COVID-19 y el mundo de trabajo del 27 de mayo de 2020, alerta sobre los nefastos efectos de la pandemia en el empleo.

Se debe aclarar que, si bien el confinamiento tiene fines de prevención y cuidado a la salud, en la parte laboral y económica es un problema muy grande, pues no todos los trabajos pueden realizarse por vías telemáticas. La OIT detalla que el 94 % de los trabajadores del mundo viven en países donde se ha aplicado algún tipo de medida de cierre de lugares de trabajo, por lo que estima que las pérdidas de horas de trabajo en el primer semestre de 2020 se equiparan a la reducción de 305 millones de puestos de trabajo a tiempo completo.

Para los jóvenes la situación laboral se pone muy difícil. Antes de la pandemia ya enfrentaban serios problemas, pues una quinta parte de los jóvenes de todo el mundo (267 millones) no tienen trabajo ni participan en ninguna actividad educativa o formativa. Datos recientes reflejan las consecuencias, como la interrupción de estudios, pérdida o disminución de ingresos y más dificultades para encontrar trabajo, así como un aumento del índice de desempleo juvenil desde febrero de 2020, en particular en el caso de las mujeres jóvenes. Los datos preocupan: más de 1 de cada 6 jóvenes ha dejado de trabajar desde que surgió la crisis, las horas de trabajo de los jóvenes se han reducido en un 23 % y más del 50 % de los jóvenes alumnos prevén que culminarán sus estudios con retraso.

Estudios demuestran que es complicada la incorporación de los jóvenes al mercado laboral en periodos de recesión, pues habrá reducciones salariales a largo plazo, una mayor competencia y una menor cantidad de puestos de trabajo disponibles.

El ámbito empresarial es otro que debemos salvar. El COVID-19 ha ejercido una enorme presión sobre los empleadores y las empresas del sector privado, que luchan por sobrevivir y seguir ofreciendo trabajo. De acuerdo con el estudio Small Matters de 2019, los pequeños negocios que emplean hasta 49 personas generan alrededor del 70 % del empleo en el mundo. Estos junto con las grandes empresas serán el motor de una rápida y sostenible recuperación económica.

El Gobierno debe eliminar y/o reducir impuestos, aranceles, trámites burocráticos y la rigidez laboral para que los negocios gocen de liquidez y así prevenir quiebras de empresas y aumento del desempleo. Solo la continuidad de las empresas mantendrá e impulsará el empleo en el país.

Con estos datos y posibles consecuencias que viviremos en Ecuador, es momento de volver a poner sobre la mesa la deuda pendiente en materia laboral. Los últimos gobiernos continúan arrastrando altos índices de desempleo e informalidad, con baja productividad y persistentes dificultades para crear empleos. Estos problemas se han agravado tras la pandemia y la solución no puede esperar más.

Si queremos un mejor futuro para los jóvenes y el país, necesitamos un Código de Trabajo actualizado a la realidad del siglo XXI. (O)