Nuestro invitado

La importancia del comercio internacional de todos los países del mundo con China y la concentración de la interacción humana producto de la relación comercial convierten a puertos marítimos y aéreos en puertas abiertas para la contaminación por el número mensual de ciudadanos chinos que viajaron al país por reuniones de negocios y visitas a las plantaciones de los productos agrícolas que exportamos, para observarlas y evaluar el cumplimiento de las mejores prácticas agrícolas que garanticen la calidad del producto al arribar a su destino. De noviembre de 2019 a marzo de 2020 ingresaron por el puerto aéreo de Guayaquil decenas de miles de ejecutivos, técnicos y turistas chinos, hombres de negocio del sector importador y exportador y comerciantes chinos radicados en la ciudad, viajeros frecuentes entre China y Guayaquil; además, llegaron en calidad de tripulantes de naves que arribaron a los puertos marítimos de la ciudad a desembarcar mercaderías y embarcar los productos exportables con destino a diferentes países, naves que permanecen hasta siete días ancladas a los muelles, tiempo en el que su tripulación disfruta de ciertos días francos. Durante el año 2019 arribaron a Guayaquil 2600 barcos, la mayor parte portacontenedores, que a un promedio de 25 tripulantes cada uno representan más de 84 000 personas en un periodo de 1 año 3 meses, muchos de ellos de origen asiático que se interrelacionan con los habitantes de la ciudad y pudieron ser fuente de contaminación del COVID-19.

Esta combinación de personas que se intercambian entre Guayaquil y China convierte a la ciudad en la principal puerta de entrada del virus al país. La constante llegada de personas infectadas a una ciudad de clima tropical, rodeada de cinturones de pobreza por la invasión de tierras por habitantes principalmente del agro de todas sus provincias, que viven en pequeñas viviendas con temperaturas de hasta 38 grados centígrados, en barrios sin servicios públicos completos y con carencia de servicios de salud tanto para la atención del día como hospitalaria y que subsisten, un alto porcentaje de ellos, de la venta en las calles de artículos, bebidas, frutas y vegetales, convierte a esta ciudad en el caldo de cultivo del virus en Ecuador. Debido a este entorno, los habitantes de estas zonas para refrescarse se sientan en sillas de plástico en las aceras de sus viviendas y aquellos que viven de la venta diaria salen a las calles para lograr el pan de cada día para sus familias. Mientras el Gobierno y la sociedad civil unidos no provean a estas familias de la comida diaria e indispensables servicios médicos, el “desorden” continuará y se expandirá más la pandemia. Esta situación de Guayaquil, demanda de la Asamblea, partidos políticos, sector productivo y movimientos sociales apoyar la aprobación del Proyecto de Ley que permitirá al Gobierno la suspensión durante cuatro meses del pago de los intereses a tenedores de bonos, diferimiento de pago de deudas con entidades multilaterales y aprobación de un crédito de emergencia para enfrentar los efectos de la pandemia. Luego, en función de los grandes cambios en la economía mundial y de acuerdo con las nuevas realidades económicas, en agosto se suscribiría nuevo acuerdo económico de mediano plazo, que sustituiría al de marzo de 2019.

No tenemos tiempo que perder, no esperemos que el caos social se apodere del país para tomar las decisiones que satisfagan las necesidades de la población. (O)