Vivir estos aciagos días del año 2020 puede constituirse para muchas personas, como usted y como yo, en una oportunidad excepcional para crecer en humanidad, en amor por los demás seres humanos.

Con esa frase quiero expresar que bien podríamos interesarnos y actuar, en la medida de nuestras capacidades y posibilidades, no solamente por el cuidado y bienestar personal propio y de aquellas personas con quienes vivimos, sino también por los integrantes de nuestro entorno familiar y social habitual y, además, por quienes están más allá.

Sí. De alguna manera no debemos dejarnos dominar por el egoísmo que se aprecia en el síndrome de Caín, ese que podemos sintetizar en la expresión ¿Acaso yo soy guarda de mi hermano?, que algunas personas tuvimos ocasión de conocer y estudiar en la Historia Sagrada, libro atribuido al santo Hermano Miguel, el lasallano Francisco Febres Cordero Muñoz, quien por humildad solía evitar identificarse como autor de los libros didácticos y poemas religiosos, que su inspiración le inducía.

Me parece que hoy, miércoles 1 de abril de 2020, bien nos viene realizar, en la intimidad de nuestra conciencia, un examen cívico que nos permita repasar nuestra actitud y actuación en estos primeros días de la emergencia nacional, decretada por el Gobierno Nacional, para evitar nuevos contagios y poder luchar mejor contra el flagelo que nos amenaza e intimida.

A muchas personas puede parecer raro y hasta curioso estarse preocupando por lo que ocurre “a los demás”. Tal vez esa sea una debilidad social en la que no habíamos reparado y que ahora la vemos de improviso.

¿Considera usted que hay personas a quienes la preocupación por “los demás” se agota en su entorno familiar y social?

Sería impresionante y hasta triste constatarlo, pero útil para tener conciencia de esa realidad social y luego buscar la forma de enmendar tal actitud y tratar de enrumbarla en busca de una verdadera y sólida solidaridad universal, que proclaman y procuran los verdaderos líderes ecuménicos, con sus palabras y acciones.

Si hiciera usted, ahora mismo, un simple repaso de su proceder durante este tiempo afectado por la aparición y propagación del COVID-19, en las zonas donde habita y trabaja, en sus entornos familiares y laborales, ¿considera que ha actuado como corresponde a un ciudadano ecuatoriano? Lo invito a repasar, por ejemplo, ciertos deberes y responsabilidades, que nos atañen, determinados en el artículo 83 de nuestra Constitución vigente: -Acatar y cumplir la Constitución, la ley y las decisiones legítimas de la autoridad competente. -Colaborar con el mantenimiento de la paz y seguridad. -Cooperar con el Estado y la comunidad en la seguridad social y pagar los tributos establecidos en la ley. -Participar en la vida política, cívica y comunitaria del país, de manera honesta y transparente.

¿Adecuamos nuestra conducta a esas imperativas y beneficiosas líneas de acción?

¿Conviene pensar y actuar también cívicamente en estos tiempos de angustia social, viviendo solidariamente con los demás, acatando las normas de salubridad y restricciones de circulación, por ejemplo?

¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)