Conversando con gente por aquí y por allá, me da la impresión de que muchos negocios han empezado bien el año. No todos, pero sí muchos. ¿Será solo una percepción mía? ¿Es más generalizado? Obviamente no puedo saberlo. Y si lo fuera, puede ser también solo temporal. O solo un rebote luego de lo malo que fue el último trimestre del 2019 tras los acontecimientos de octubre que golpearon fuertemente el ánimo y la moral nacional.

Recordemos cómo funciona la macroeconomía. Es básicamente la interacción entre la oferta y la demanda que se empujan una a otra (no hace falta aquí discutir el dilema del huevo y la gallina: ¿cuál viene primero, la oferta o la demanda?). Ambas deben moverse armoniosamente hacia arriba (en espiral) para que la economía vaya mejorando. Si una de las dos se frena, automáticamente frena a la otra y dificulta el movimiento del conjunto.

La demanda se mueve porque se mueven sus componentes que son básicamente cuatro y dependen cada uno de factores muy diferentes. Primero, el consumo de los hogares, que es la mitad de la demanda, y depende del ingreso de la gente, de sus expectativas, la confianza y otros factores afines. Segundo, la inversión pública (carreteras, hospitales, escuelas, etcétera) y privada (empresas, viviendas, maquinaria, etcétera) que alcanzan aproximadamente el 20 % de la demanda total y dependen, la primera de los ingresos de que dispone el gobierno y de su deseo de gastar (muchas veces excesivo desgraciadamente), mientras la segunda está ligada a la percepción de que la economía mejorará y vale ampliar la capacidad productiva, a las tasas de interés y los llamados “animal spirits” (lo que la gente tiene en la cabeza y sus sentimientos). Luego, las exportaciones: otro 20 %, que obviamente tienen que ver con la situación de la economía mundial, los precios relativos del país frente al mundo (Ecuador se ha vuelto más bien caro) y algo más. Finalmente, el gasto corriente del Estado, alrededor del 10 %, que depende nuevamente de la situación fiscal y las tendencias gastadoras o no del gobierno.

Esta demanda se dirige hacia la oferta que es nacional en un 80 % e importada en un 20 %. Va hacia una u otra según la disponibilidad y el tipo de demanda (si es maquinaria, por ejemplo, busca casi inevitablemente el exterior).

Casi todos los que miran la economía ecuatoriana apuntan a un crecimiento entre el 0 % y el 0,5 %. No es mucho, pero algo es algo… y mi impresión es que podría ser algo mejor. La suma de pequeñas cosas. (O)