A la vía más importante de la ciudad le quieren cambiar de nombre, que no se llame Malecón Simón Bolívar sino doctor José Joaquín de Olmedo.

Después de la Batalla del Pichincha y al principio de la fundación de la República, figuraba el malecón de Guayaquil con el nombre del Libertador. En su libro Las calles de mi ciudad, Tomo 1, colección Guayaquil 1996, José Antonio Gómez Iturralde dice: “Bolívar es la entraña misma de aquellos países de la joven América que en el siglo XIX consiguieron la emancipación colonial bajo su conducción política y militar, en una colosal gesta de heroísmo que pocos soldados han igualado (...). De Bolívar han sido resaltados su genio militar, su arraigado amor por la tierra común americana, su penetrante visión histórica del presente del futuro, su recio carácter ante el infortunio, reciedumbre de sus proclamas y documentos públicos, sus amoríos más visibles, su fulgurante parábola política que lo llevó alguna vez a asumir los máximos poderes de los países liberados, todo aquello que ha contribuido a mitificar su memoria (...), protagonista de epopeyas asombrosas que enriquecieron su vida y burlaron a la muerte (...), soñó y sufrió la existencia de lo humano, lo que hizo de él la más extraordinaria figura histórica de América independentista”. El historiador Indalecio Liévano Aguirre, dijo: “Bolívar, dijo, pensó y realizó cosas tan transcendentales, que este rincón del mundo se elevó al plano donde se desenvolvía la historia de los grandes pueblos; realizó en pocos años la hazaña de modificar situaciones centenarias y vencer obstáculos que después no han logrado repetirse ni siquiera igualarse. Ya lo dijo José Martí: ‘Ya lo que Bolívar no hizo está por hacer en América todavía’”. Escribió Víctor Raúl Haya de la Torre: “Bolívar concibió la revolución de la independencia en dos grandes etapas que debían cumplirse sucesivamente: la de la liberación primero y la de la unificación después”. Uno de los conductores de la emancipación mexicana, Servando Teresa de Mier, quien mejor comprendió la sabia política de Bolívar y las calamidades que esperaban a Hispanoamérica si esa política se desechaba, solicitó el título de ciudadano honorario de México para el Libertador. Hay sitios sin nombre y otros por construir que sirvan para honrar la memoria del patriota y poeta Olmedo, proclamador de “La Victoria de Junín”, y creador del Canto a Bolívar, poema: “(...) el rayo que en Junín rompe y ahuyenta la hispana muchedumbre, (...) proclaman a Bolívar en la tierra árbitro de la paz y de la guerra”. Guayaquil es ciudad bolivariana y esta no es la forma de buscar un sitial de honor al doctor José Joaquín de Olmedo, propuesta que enfrenta a guayaquileños ante un acto reprochable que pone a la nación en vergüenza.(O)

Rafael Antonio Mendoza Avilés,

abogado, Guayaquil