Desde la caída de los precios de las materias primas en 2013, Latinoamérica ha sido testigo de turbulencias políticas crecientes. Se han producido amplias protestas en Chile, Ecuador y Bolivia. El periodo de agitación política de Brasil comenzó antes, con protestas contra la corrupción, lo que llevó al juicio político y la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, seguida de la elección del presidente de derecha populista, Jair Bolsonaro, que está contribuyendo a una mayor polarización política en ese país. Independientemente de si uno cree que los acontecimientos recientes en Bolivia constituyen un golpe de Estado militar, la mayoría de los observadores aceptan que los militares desempeñaron un papel clave en la remoción de Evo Morales del poder. La historia latinoamericana está plagada de dependencia de materias de exportación, inquietud popular (cuando no insurgencia), represión política, gobiernos autoritarios e intromisión militar (cuando no intervención directa). Se suponía que la transición a la democracia y la liberalización del mercado de los años 80 mitigarían estos desafíos. No obstante, la polarización política ha empeorado.