Una pregunta en el contexto de la grave crisis económica, la débil institucionalidad, la cooptación del Estado por la delincuencia organizada internacional, la fuerza intacta del populismo y la incierta identidad nacional (dadas las declaraciones de ciertos líderes indígenas, que nos asumirían a los mestizos como extranjeros con permiso de trabajo).

En junio del 2018, el comentarista John Cajas Guijarro (Nueva Sociedad) expresó su preocupación por el estado de la economía, concretamente porque observaba la crisis (que distaba de lo que es hoy) como resultado de una combinación de la inacción política y la posibilidad de tomarse medidas neoliberales. Afirmaba que la deuda externa crecería y que la dolarización se sostendrá artificialmente, predicción que coincide con la de entendidos.

Lo que más me llamó la atención es que Cajas Guijarro entendía necesario para enfrentar el complejo futuro –que ahora es nuestro presente– que las izquierdas y los movimientos sociales “tienen la urgente responsabilidad de reinventarse”. Una frase que entonces decía poco para mí y que ahora podría explicar mucho de los violentos sucesos durante los once días del mes de octubre en Quito, en gran parte del país y –tal vez– de los que podrían venir si acaso dicha “reinvención” no se replantea.

Unos meses después de la publicación de Cajas Guijarro (octubre 28) se produjeron las declaraciones de Ricardo Patiño, en Latacunga. Cuando hizo el llamado a la “resistencia combativa” contra el gobierno de Moreno. Fue cuando convocó a desconocer la institucionalidad, que sus conmilitones diseñaron en Montecristi, con una Carta que las minorías no aprobamos; pero, por creer en el Estado de derecho la obedecemos. Entonces Patiño anticipó:

–“Vamos a hacer actividades que están reprimidas, vamos a prepararnos para esa represión, no vamos a dar papaya tampoco”.

–“Tenemos que tomarnos las instituciones públicas, tenemos que cerrar los caminos... Y no tenemos miedo. ¡Que nos cojan presos, carajo!”. (¿La toma de la Contraloría?).

-“Ahora, a combatir en las calles”.

-Pidió acudir a la Asociación de Bancos Privados con carteles que digan: “Devuelvan la plata, carajo” (¿Y la plata del arroz verde y las refinerías?).

–“Vamos a hacer en las carreteras las acciones que sean necesarias, y cerraremos las carreteras y quemaremos las llantas que sean necesarias para demostrar que la lucha del pueblo está encendida. En el gobierno de la revolución ciudadana nosotros decíamos que eso no se debía hacer. Y es cierto que no se debe hacer cuando el gobierno atiende al pueblo”.

–Debemos “realizar acciones” para “exigir que Jorge Glas salga, al menos, a la Cárcel Cuatro”, en Quito.

–“Y ahora no vamos a ser tan suavecitos como hemos estado hasta ahora”.

–“Vamos a organizarnos en cada provincia, con acciones com-ba-ti-vas. Y no bonitas y pasivas. No. Ya no. El país tendrá que conocer que esta organización existe”.

Casi un año después, ocurren las incendiarias y planificadas movilizaciones de transportistas e indígenas, con actos vandálicos, saqueos, interrupciones de carreteras y calles, especialmente en Quito pero replicadas en otras ciudades. Los líderes de la Conaie con sus declaraciones previas, durante y después de los levantamientos de su sector, ciertamente confluyen con las arengas de Patiño.

(O)