El tiempo, que transcurre inexorable, siempre al mismo ritmo aunque no lo queramos reconocer o comprender, es un elemento fundamental en nuestra existencia.

Desde que somos concebidos hasta la expiración final tenemos un recorrido de vida de duración cuantificable.

Cuando somos pequeños ni nos percatamos de él.

De niños, al ir comprendiendo, por la experiencia y el raciocinio, que existen horarios que lo distribuyen y debemos respetar, nos vamos dando cuenta de la relación entre actividades y tiempo.

En las familias donde existe disciplina y religiosidad se va aprendiendo, desde temprana edad, que hay tiempo para jugar como ansiamos, pero también para asearse, comer, descansar, estudiar y, esto es importante: para rezar.

A propósito, me permito recordarle la famosa frase del sacerdote católico Patrick Peyton, gran impulsor del rezo del Rosario: Familia que reza unida permanece unida.

Ojalá no la olvidemos, la hagamos vida y cosechemos sus frutos, percatándonos cuán importante es y cuántos beneficios comunitarios produce la buena voluntad que emana del amor verdadero y del tiempo bien utilizado.

“Estás perdiendo el tiempo” no es solamente la frase clave en la letra de una canción romántica, también suele ser una de las “frases célebres” que tienen repercusiones especiales en nuestra memoria.

¿Acaso la ha escuchado, ya sea dirigida a usted o a otra persona con quien compartía alguna actividad?

Recuerdo haberla oído, dirigida a mí o al grupo en el que yo estaba, en diferentes tonos de voz: simplemente  recordatorio, de advertencia, de preámbulo de sanción inminente, etcétera.

Pero así como he conocido a seres capaces de olvidarse del tiempo y mantenerse haciendo lo que les place, sin tener en cuenta lo que luego deben realizar, haciendo un inadecuado cálculo del tiempo, también conocí a alguien que se distinguía por “ganar tiempo”.

Una vez concluidas las actividades que debía realizar, habiéndolas hecho a cabalidad tan pronto como podía, acumulaba tiempo para realizar otras actividades o descansar.

Esa disciplina laboral lo distinguía entre sus compañeros de trabajo y le granjeaba la buena voluntad de sus superiores jerárquicos.

“Ganar tiempo” es lo opuesto a “perder el tiempo”.

Aunque haya quienes piensan que su criterio para distribuir su tiempo es el más sensato y conveniente para sus intereses, bien vale la ocasión de esta lectura para que usted se plantee si realmente es así o se está auto engañando.

Bueno: siempre hay una forma de saber la verdad… Haga una encuesta.

Conforme un universo de personas que lo conozcan bien, no solamente en sus actividades laborales sino también en las particulares, en cuyo formado criterio pueda confiar, y realice una investigación preguntando qué piensan sobre el uso del tiempo que usted destina a sus varias actividades.

Tal vez  le hagan preguntas clave para situarse adecuadamente frente al problema que usted  plantea y, a lo mejor, usted se puede llevar algunas sorpresas en sus respuestas.

Probablemente el ejercicio lo lleve a no volver a quejarse por falta de tiempo.

¿Conviene hacerlo? ¿Sería tan amable en darme su opinión? (O)