Por sexta ocasión formo parte del Taller Internacional de Arquitectura en Galápagos, que todos los veranos organiza el Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la Universidad San Francisco de Quito. Esta vez vengo como director del programa. Estudiantes de Australia, Estados Unidos y Ecuador trabajan entre proyectos de formación para pregrado e investigación.

Galápagos es un sitio relevante a nivel mundial para la investigación científica. Muchas personas la consideran como un ícono de la naturaleza, y por ello luchan por la preservación de sus ecosistemas. Ambas vertientes contemporáneas tienen su origen en el paso de Charles Darwin por las islas en 1835 y el papel que estas tuvieron en su descubrimiento irrefutable de la selección natural. Sin embargo, la coexistencia entre preservación y evolución puede ser complicada, pues en el fondo se trata al final de propósitos contradictorios.

Esta paradoja se nota en los esfuerzos que se realizan para controlar o erradicar las especies introducidas desde el continente y en los curiosos descubrimientos que se hacen durante la implementación de dichas campañas. El caso más conocido es el de la guayaba, introducida hace siglo y medio por Manuel J. Cobos en la isla San Cristóbal. En poco tiempo, aquella especie vegetal logró predominar en el paisaje de varias islas. Justo en el momento que se comenzó a planificar su erradicación, se descubre que un insecto endémico de las islas ahora solo pone sus huevos en la fruta de la guayaba. Erradicar a una especie introducida podía arrasar con la población de una especie endémica.

Otro caso similar ocurre con lo que muchos han considerado el mejor plan de erradicación del archipiélago: el Proyecto Judas. Los chivos fueron de las primeras especies introducidas por el hombre en las Galápagos. Los piratas los usaban para encontrar agua fresca en las islas, y dejaron algunos abandonados, con la esperanza de que el tiempo los convirtiera en una fuente de carne. Durante los años noventa se realizó un operativo de erradicación de chivos, bautizado como el Proyecto Judas. Su estrategia se basaba en capturar a un chivo –de preferencia, una hembra en celo– y colocarle un dispositivo que delatara su ubicación. Tarde o temprano, el animal se incorporaba a un rebaño, delatando la ubicación de todos ante los cazadores.

El proyecto funcionó de manera excelente, llegando a la erradicación total de los chivos salvajes. Sin embargo, la ausencia de los chivos está complicando la supervivencia de otros animales propios del archipiélago. La iguana de tierra y el chivo competían por alimentos. Sin embargo, sin la presencia amenazadora de los chivos, las iguanas están expuestas ante los gavilanes, quienes empiezan a reducir de manera dramática a la mencionada población de reptiles.

En definitiva, la naturaleza no es una pintura estática. Se trata de un sistema interactivo y dinámico, que constantemente enfrenta desequilibrios y compensaciones. Nos guste o no, estamos lejos de ser esas criaturas ajenas a la naturaleza, y lo que hacemos afecta a nuestro entorno circundante; incluso cuando pretendemos arreglar los desbarajustes que nosotros mismos hemos provocado. (O)