Así se ven muchos compatriotas: intentando escalar esa complicada guadua engrasada para ganarse la vida, mientras esquivan haladas de pie, de pantalones, del cuello, como duros obstáculos impidiéndolo. Retrato de parte de nuestra sociedad, ante una realidad económica social preocupante por malos manejos de algunos gobiernos y de tanto pillastre usurpando el erario nacional. Es cierto que a mitad del actual mandato existe un ambiente distendido, sin esa sensación de miedo político, pero se nota estancamiento productivo, inseguridad ciudadana, social, deficiencias en la salud pública, parte de una juventud perdida y otra sin mayores alternativas de superación, una población joven-adulta sin perspectiva laboral ni garantías de jubilación, adultos mayores sin esperanza de muerte digna, contrario a las intenciones del eje ético de ‘buen vivir’ y ‘buen morir’ del Plan Toda una Vida.

Jóvenes hacheros, indigentes, inmigrantes se disputan colectores de basura y espacios para pernoctar, en un “juego” más ensebado para ellos; donde también resbalan amas de casa, obreros, estudiantes, campesinos, ancianos, adolescentes, mientras muchos culpables de este caos se festinan el botín de la corrupción. Para corregir el camino necesitamos limpiarlo todo, castigar a los responsables del atraco nacional, investigar toda sospecha de deshonestidad en la cosa pública pasada y presente, caiga quien caiga. Pese a ciertos procesos, algunas detenciones, el sensor popular percibe que las redes a combatir por el Ejecutivo, la Asamblea y el Poder Judicial aún siguen incrustadas en altas esferas, entorpeciendo la depuración. Hay pesimismo en seguridad ciudadana, económica, seguridad social, salud, pensiones. Según palabras del director, Paúl Granda, la situación del Seguro Social es compleja, y urgen políticas de inversión “más prudentes”. Por otra parte, la inseguridad económica agudiza la pobreza por ingresos a nivel nacional, pasando de 21,5% en diciembre de 2017 a 23,2% en diciembre de 2018; existe incertidumbre laboral, con un empleo pleno en declive del 45,5% el 2014 al 37,9% este año; donde 261.767 compatriotas perdieron su trabajo entre marzo del 2018 y 2019, conforme datos del INEC. Esto puede influir en el continuo descenso de la credibilidad y aprobación del presidente Lenín Moreno, según las encuestadoras Cedatos y Perfiles de Opinión.

Las cifras esgrimidas en el reciente informe presidencial, créditos internacionales anunciados para financiar el plan ‘Prosperidad’ y activar lo económico social, recaudaciones tributarias resaltadas, compromiso de generar condiciones de empleo, transparentar la contratación pública librándola de las redes de corrupción, inyectar recursos para estimular la economía, concesión de carreteras y otras obras importantes para nuestro desarrollo, no alientan a un país que palpa una guadua más difícil de escalar. Una vez observé un juego ensebado esperanzador. Todos ponían sus hombros. Formaron una escalera. Conquistaron la cima en equipo y se repartieron los premios. Eso nos falta como sociedad para revertir el estancamiento: el trabajo colectivo como único camino hacia la prosperidad, como señalara César Litardo, presidente de una Asamblea Nacional también cuestionada. Optimismo posible únicamente exterminando toda corrupción de las instituciones, para recuperar la confianza ciudadana y desengrasar este complejo escenario. (O)