El FMI ha seleccionado como indicador de cumplimiento del acuerdo la reconstitución de la Reserva Internacional (RI) depositada en el Banco Central del Ecuador (BCE). Esto coincide con la constante preocupación de múltiples analistas acerca del nivel de la RI, sugiriendo que su nivel bajo hace peligrar la dolarización.

La RI está compuesta de los depósitos de los bancos, los municipios y prefecturas, las empresas estatales, el IESS, y otras entidades públicas. A partir de 2009, se obligó a incrementar la porción de las reservas bancarias que debían estar depositadas en el BCE mediante diversas medidas, hasta llegar a la creación de la función del BCE de gestionar la liquidez de la economía con el Código Orgánico Monetario y Financiero (COMF) en 2014. Hoy sabemos que eso sirvió para que el BCE se dedique a atender las necesidades de liquidez del Gobierno central. Es decir, pusieron al ratón a cuidar al queso.

Entre 2000 y 2009 la mayor parte de las reservas bancarias estaban fuera del país y no hubo problemas de liquidez. El expresidente obligó a repatriar fondos argumentando que estos debían volver al país para estimular la economía. Pero eso no tiene sentido, debido a que un banco no necesita tener sus reservas dentro del territorio nacional para desarrollar sus operaciones locales.

En Panamá, donde han complementado la dolarización con la apertura financiera, su sistema financiero está conectado al del resto del mundo. Como consecuencia, los panameños acceden a tasas internacionales mucho más bajas que las que tenemos aquí, pudiendo así emprender en proyectos más grandes porque se nutren de ahorros del exterior. Además, el sistema financiero goza de mayor estabilidad debido a que las sucursales de los bancos internacionales cuentan con sus casas matrices como prestamistas de última instancia.

Por eso es importante el libre flujo de capitales y eso no lo tenemos aquí porque creemos que se requiere todo tipo de control estatal para retener los dólares. La gestión de la liquidez debería volver a ser descentralizada como lo fue por diez años desde que nos dolarizamos y no hubo problemas. Pero aquí nos tienen luchando por cumplir con un indicador –el nivel de la RI– que nada tiene que ver con el bienestar de los ciudadanos ni con la dolarización.

La RI cumple un papel distinto en una economía dolarizada. Aquí no necesitamos defender el tipo de cambio entre una moneda nacional y el dólar porque usamos directamente el dólar. Las reservas podrían quedar en cero, el BCE podría quebrar, y aun así el dólar siguiera valiendo lo mismo aquí y en la China, también los contratos denominados en dólares.

Para lo que sirve la RI en una economía dolarizada es lo mismo que para en cualquier otra economía con un sistema de encaje fraccional: atender la demanda de efectivo del público. Y para eso los bancos se han auto-impuesto un encaje de 23% (entre 2016 y 2018 se ubicaba alrededor de 30%), haciendo irrelevante el encaje legal de hasta 5%.

Finalmente, el BCE es innecesario en dolarización. Podría dejar de existir o convertirse en un museo numismático y de historia monetaria del Ecuador. (O)