Un importante columnista extranjero opinaba que es una tragedia que haya corrido tanta sangre por la ilegalización de la marihuana, una "hierbita inofensiva". Vamos por partes. Para empezar, se está viendo que el consumo de una droga, cuando se vuelve masivo y sale los guetos de los marginales, es muy diferente, ya que se manifiestan características sobre las que no se había reparado. Está claro que la marihuana es más peligrosa de lo que se venía pensando. Por ejemplo, se ha establecido que no se debería manejar vehículos bajo sus efectos. También hay importantes evidencias de que puede causar delirios, paranoia y esquizofrenia. Como cualquier sustancia fumada en exceso abre el riesgo de cáncer y otros padecimientos pulmonares, siendo nociva durante el embarazo y la lactancia. Y lo que probablemente usted ha visto, disminuye la memoria, la concentración y produce un estado de aletargamiento. En cambio, no se ha llegado a una conclusión sobre si el consumo de Cannabis conduce a la adición a drogas más fuertes, aunque sí crea dependencia. La adicción es una tendencia que probablemente no resida en la naturaleza de las sustancias, sino en el organismo del adicto.
Se habla mucho sobre los supuestos efectos benéficos de esta droga. Para esto es importante tomar en cuenta que en la búsqueda de aplicaciones médicas se usan sustancias canabinoides derivadas de la marihuana y no esta planta en bruto, que en sí no tiene valor terapéutico. Las virtudes médicas atribuidas a tales productos no han podido ser establecidas concluyentemente. Por ejemplo, que evitan las náuseas a los pacientes que reciben quimioterapia contra el cáncer. Han probado alguna efectividad en el tratamiento de formas raras de epilepsia, para las que hay medicamentos más seguros y eficaces. Podrían servir como analgésicos, pero las investigaciones en la terapia del dolor siempre se contaminan con un fuerte efecto de autosugestión. Se tenía esperanza de utilizarlos para aliviar los dolores que produce la esclerosis múltiple, pero pruebas serias han demostrado "modesta relevancia" en este sentido. Las investigaciones prosiguen, con resultados hasta hoy pobres.
Entonces, visto que no se trata de ninguna "hierbita inofensiva" y que sus usos médicos son muy reducidos, se me preguntará, "¿usted debe estar a favor de su prohibición, no?" No, no se ha demostrado que sea más peligrosa que el alcohol, aunque puede serlo más que el tabaco. Y aunque no estuviera dentro de este rango de amenaza, igualmente tampoco estaría a favor de su prohibición. La guerra contra las drogas es un tonel sin fondo que no sólo se traga enormes fortunas, sino también mares de sangre y corrompe a los países, es por tanto más peligrosa que todas las drogas. Sus resultados han sido netamente contraproducentes. Es claro que por parte de empresas involucradas en la lucha antinarcóticos hay un lobby en favor de la prohibición. Todo el dinero malgastado en tan perverso y estéril conflicto se podría usar, con ventaja, en prevención y tratamiento de los adictos. Hay que desprestigiar a las drogas, no prohibirlas. Hay que tratar a los adictos, no perseguirlos. (O)