La historia arranca desde el nacimiento mismo de la República. Hay fases de pago y otras de interrupciones, de deudas excesivas o de montos manejables… Pero nos centraremos en los diez últimos años hasta la emisión de bonos de estos días.

A finales de 2006 la deuda externa era de 10.000 millones. Razonable. Viene el aumento del precio del petróleo que a mediados de 2008 supera alegremente los 100 dólares por barril, y enseguida una abrupta caída. El gobierno de RC aprovecha para anunciar que no pagará la deuda ilegítima (es la época de las gravísimas, y nunca sancionadas, operaciones de los ‘Pativideos’), obliga a los tenedores de bonos a recibir el 30% de su valor o “que les vaya bonito”. Nos “ahorramos” 2.000 millones (que luego pagaremos con creces) y a mediados de 2009 la deuda está en 7.400 millones. Como necesitamos endeudarnos (todavía moderadamente) acudimos a China, y es el inicio de las famosas preventas petroleras, carísimas: 2 años plazo, más de 100% de garantía petrolera, 7% de interés.

El petróleo sube nuevamente hacia 100 dólares y nos frenamos. Pero las necesidades aumentan irremediablemente, y ya para 2013 entramos en la vorágine de deuda… ¡cuando el petróleo seguía en las nubes! Más dinero del petróleo, más dinero de deuda. De 10.800 millones a finales de 2012 pasamos a más de 36.000 millones a enero de 2019. En seis años, la deuda más que se triplica: ¡4.300 millones adicionales cada año! La grave filosofía de la Mashitarjeta aplicada al país: ¡si hay problemas, endéudese!

Nos endeudamos mucho y caro. China y el mercado financiero (dos actores diametralmente opuestos pero una misma visión) nos ofrecen malas condiciones, y la razón es simple: la economía está complicada, el manejo es muy malo y no olvidan el “que les vaya bonito” de 2009. En 2014 arranca la emisión de bonos: 2.000 millones a 10 años plazo, al 8% (casi suena una buena tasa, pero recordemos que el mundo vivía con intereses cercanos al 0%). Luego hasta 2018 vienen varias operaciones por casi 13.000 millones, con plazos entre 5 y 10 años, e intereses que varían entre el más bajo 7,8% en enero del 2018 y el más alto 10,75% en 2016. Y cerramos la corta historia con la emisión de esta semana: 1.000 millones, 10 años plazo, 10,75% (tasa muy alta, pero en un entorno mundial con intereses del 2%).

Con mayor confianza y mejor manejo, el Ecuador debió endeudarse a plazos entre 15 y 20 años (en lugar de 5-10 años), y con tasas entre 4 y 6% (en lugar de 7-11%). La diferencia es enorme: entre capital e intereses pagamos 5.000 millones anuales, ¡podríamos pagar 3.000!

¿Por qué seguimos endeudándonos? Porque el Gobierno necesita de 8 a 9 mil millones anuales. Mitad para cubrir déficit, mitad para vencimientos de deudas anteriores (en 2020 se vienen vencimientos grandes). Por eso es indispensable: uno, empujar petróleo y minería. Dos, negociar con el FMI, que nos puede generar un endeudamiento a plazos e intereses infinitamente mejores. Pero sobre todo poner orden en las finanzas públicas ¡con más energía y credibilidad! (O)