Por nuestras actividades diarias y necesidades, todos los ciudadanos tenemos contacto en algún momento con empleados de atención al público, tales como recepcionistas, promotores, meseros, vendedores, personas en atención al cliente, relacionistas, coordinadores, representantes de imagen, etcétera; sea en consultorios, clínicas, hospitales, almacenes, restaurantes, centros comerciales, colegios, universidades, empresas, etcétera, y especialmente en importantes instituciones, especialmente públicas.
Es deseable que el personal destinado a estas funciones esté debidamente preparado para no solo orientar a las personas que se acerquen con alguna inquietud, sino brindarles la debida atención en forma eficiente y usando la mayor cortesía y cordialidad posible.
En nuestro medio se puede observar mucho descuido, lamentablemente, en las relaciones públicas del personal destinado justamente a la atención o brindar un servicio al público.
Esta anomalía se puede observar en empresas tanto públicas como privadas, cuyos funcionarios seguramente desconocen la gran importancia de esta cualidad, por ser dicho personal el primer contacto con el visitante, el cliente; por lo que al no hacerlo correctamente hacen quedar mal a la institución en la que laboran.
Existen empleados de ambos sexos que incluso ni siquiera conocen el valor de una sonrisa, escuchar, dar una solución, dar una guía por un problema.
Para solucionar estos inconvenientes deberían dictarles charlas o seminarios de capacitación, destinados a todo el personal respectivo tal como se hace en los países más desarrollados que capacitan para servir y dar soluciones. (O)
Alfredo Minervini Faillace,
Guayaquil