Sin duda uno de los motivos que han inspirado a muchas de las obras de arte más bellas e importantes ha sido la religión y, de manera especial, la Anunciación a la Virgen, el nacimiento de Jesús y la imagen de la Virgen lactante. Más allá de si se comparta o no un credo específico, uno no puede dejar de maravillarse ante obras como La Adoración de los Pastores, de Esteban Murillo, expuesta en el Museo Del Prado en Madrid o con el mismo nombre y en el mismo sitio, la obras del incomparable Doménikos Theotokópoulos, mundialmente conocido como El Greco (gracias por la recomendación Valentina Zárate) y del enorme y prolífico flamenco Pedro Pablo Rubens. Cuadros sin duda de enorme nivel, que fueron pintados en una época por demás convulsionada, en una España sumida en medio de guerras imperiales, financiadas casi en su totalidad por el expolio de los recursos naturales provenientes de los recién conquistados territorios americanos.

A fines del siglo XVI y a lo largo del XVII, cuando los pintores en mención desarrollaron su vida y obra, España era la primera potencia europea y sus sueños imperiales llegaron tan lejos como a la actual Filipinas, rebautizada así en honor de Felipe II, el emperador que en 1588, vio como su ambición de conquistar Inglaterra se fue literalmente por la borda, a causa de la desastrosa intervención de la mal llamada “Armada Invencible”, que terminó en un estruendoso fracaso, para suerte de la Gran Bretaña y de Europa en general, pues más allá de las riquezas obtenidas del saqueo en las Américas, España estaba sumida entonces en el oscurantismo inquisitorial que a partir de 1478 se instauró en la península. De haber resultado victoriosa la empresa del monarca español, todo el proceso renacentista europeo, que invadía las artes, las ciencias y toda rama del conocimiento, se habría topado con el muro fundamentalista religioso que lo sojuzgaría.

En América, la religión también motivó una fuerte corriente artística que se desarrolló en paralelo al barroco europeo y que recibió una fuerte influencia renacentista además. Baste ver las obras que produjo la Escuela Quiteña por ejemplo, con exponentes de la talla de Caspicara o Bernardo de Legarda y su admirable representación de la virgen alada, que con tan poca suerte se quiso reproducir en la cima del Panecillo. El Cuzco fue otro de los centros artísticos de referencia en la colonia española y por supuesto, el tema religioso se constituyó en el motivo de representación principal. Uno de los cuadros más llamativos por su composición y elementos constitutivos es el de la Última Cena, atribuido a Marcos Zapata y ubicado actualmente en la Catedral de la ciudad, en el que resalta la figura de Judas a quien se le colocó la cara, nada más ni nada menos que de Francisco Pizarro, lo cual nos da una idea bastante clara del “aprecio” que guardaban los cuzqueños por dicho personaje.

El sincretismo religioso invade también lo artístico, así, la anunciación del ángel del señor a la Virgen no es ni remotamente creación del cristianismo. Ya en el antiguo Egipto se puede encontrar exactamente la misma imagen, en la que un ser alado visita a la diosa Isis para anunciarle que tendría un hijo, Horus, sin tener relaciones sexuales con nadie. La idea de la madre virgen que da a luz a un dios es, por tanto, bastante anterior a María y Jesús, al igual que la imagen de la virgen lactante. Esto por supuesto, más allá del plagio religioso, no resta valor a obras enormes en lo artístico, como la Anunciación, de Leonardo Da Vinci, que se la puede admirar en las Galerías de los Uffizi en Florencia o la de Fra Angélico ubicada en El Prado de Madrid. La imagen de la virgen lactante también corresponde a la mitología egipcia, así si se dan una vuelta por el Kunsthistorisches Museum de Viena encontrarán la escultura de Isis amamantando a Horus, en una representación casi idéntica a la de María y Jesús, solo que siete siglos anterior. Las obras pictóricas que sobre este motivo se han producido, son innumerables e imposibles de nombrar una a una. Solo como muestra, diré que la Virgen de Belén, ubicada en la Gruta de la Leche, a trescientos pasos de la Gruta de la Natividad, es la de mi preferencia. Esta gruta fue levantada por los franciscanos en 1872 y pese a no tener un origen bíblico, sino basado en los libros apócrifos del Protoevangelio de Santiago, es uno de los sitios de mayor veneración y concurrencia de los fieles cristianos. Qué decir del Pase del Niño tan común en nuestras tierras, pero que en España simplemente no existe. Sobre eso ya hablaremos en un próximo trabajo. (O)

En América, la religión también motivó una fuerte corriente artística que se desarrolló en paralelo al barroco europeo y que recibió una fuerte influencia renacentista además.