Un buen número de amigos barcelonistas lanza cohetes y festeja que Emelec haya perdido la final del campeonato. Me pregunto cuán bajo hemos caído en el deporte, que en lugar de alegrarnos de triunfos propios festejamos derrotas ajenas. La ciudadanía da vueltas en una vorágine de descrédito, de falta de respeto por la palabra dada, la honra ajena, los valores y principios que hacen posible la vida en sociedad. Los comportamientos deportivos son reflejo de un accionar general.

Por eso me ha alegrado tanto recorrer diferentes barrios en zonas marginales que en conjunto preparan la Navidad de la mano de Así es mi barrio en Navidad, impulsada por Ecuavisa. Porque allí se viven otras realidades, el Guayaquil profundo, ese de comunidades de vecinos aflora y deslumbra. Estuvimos en Sauces, Nueva Prosperina, el suburbio, la isla Trinitaria y Guayas y Quil. Llegar a algunos sectores no es fácil, calles empinadas, asfaltadas o de tierra, agua que corre como río y siempre niños, muchos niños, con sus gritos y con sus risas. Como decía una vecina que me describía su sector. Aquí somos muy prósperos, cada familia tiene de seis a ocho niños.

En los barrios se sienten más el ambiente navideño y la alegría contagiosa de hacer las cosas juntos. Los vecinos se reúnen para arreglar sus cuadras y mostrarlas con orgullo. Hay muchas plantas, muchas flores, que ya llevan sembradas un tiempo, no es un paisaje improvisado. Si este artículo pudiera ser hecho con fotos en vez de palabras, ustedes quedarían maravillados de ver la creatividad y colorido que hay en los sectores populares... Chanchitos, ovejas espectaculares hechos con bidones de agua, pintados por artistas del color. Las casas con unos murales asombrosos y jardineras realizadas con todo material reciclable que encontraron a mano, los cercanos al puerto con cabos de barcos, alambres, con palés y árboles secos robados a las orillas del estero. Fondos de botella formaban manzanas y peras espectaculares y los aros de bicicletas se convertían en coronas de Adviento, lo mismo que los discos desechados combinados de diferentes maneras podían ser árboles, jardineras. Las llantas viejas eran unos cómodos asientos con almohadones de colores, y los viejos tanques de agua se transformaron en cómodos bancos como en los parques, cortados por hábiles manos de hojalateros y gasfiteros y pintados por niños y jóvenes. En la noche se reúnen en esos parques improvisados en las veredas a charlar entre vecinos. Y a disfrutar las maravillas que han hecho. Una casa estaba pintada de blanco y rojo como en los mejores cuentos de Navidad y de la cornisa colgaban todo tipo de adornos navideños hechos en la casa. En otro sector los niños se tomaban fotos en la nieve, pues la vereda se había pintado de blanco al igual que la pared de donde asomaba un sonriente Olaf que cobraba vida propia a través de un dibujo sonriente.

Los coros y las danzas de niños y mayores se tomaban las calles, mientras los arrullos nos transportaban a África y a Esmeraldas con su ritmo candente y los negros rostros brillando al sol.

En Sauces 4 no se permiten juegos pirotécnicos, en el suburbio una cocina industrial en la vereda sirve para cocinar patacones los fines de semana donde los vecinos comparten juntos el café.

Otras realidades alejadas de los malls y las compras, llenas de la alegría sencilla de la gente pobre y solidaria. Es Navidad. (O)