El presupuesto presentado para 2019 incurre en más de lo mismo de los presupuestos de los años anteriores: subestima los egresos y sobreestima los ingresos.

Las autoridades han anunciado que las erogaciones disminuirán, pero si comparamos el gasto ejecutado frente al propuesto para el siguiente año –como debe ser– vemos que se plantea un incremento de 2% para 2019 frente al gasto real de 2018. Esto luego de que en 2018 gastaron 10% más que en 2017. ¿Dónde está la austeridad que anunció el Gobierno? Quizás en la significativa caída de la inversión pública o en la reducción mínima de la masa salarial de la burocracia. Pero lo que importa es el resultado final: la brecha de financiamiento se entre $ 9.000 y $ 10.000 millones al año.

Gran parte del incremento en el gasto público se debe a obligaciones acumuladas por el gobierno anterior. Los pagos de intereses han venido creciendo. Jaime Carrera, del Observatorio de la Política Fiscal, indica que aumentaron 12,9% en 2018 frente a 2017 y que en 2019 aumentarán 18,4%. Carrera también señala que se continúa con prácticas mañosas como sobreestimar el PIB del año para reducir el porcentaje del déficit, a la que se suman nuevos trucos, como contabilizar el ingreso de $ 1.000 millones por concesiones como un ingreso permanente.

El liderazgo que el presidente Lenín ha demostrado en realizar reformas políticas está ausente en el campo de la política fiscal. Las autoridades tienen miedo de que el país se vuelva ingobernable, pero también es insostenible una administración que condena al país a cuatro o cinco años más de estancamiento.

El liderazgo en el ámbito económico también importa. Un ejemplo de esto es aquel de John James Cowperthwaite, quien entre 1941 y 1971 fue el arquitecto de la política económica de Hong Kong. Él explicaba que el progreso veloz de la isla se debía a “una moneda estable, tributación directa baja, la libertad de empresa y la ausencia del control estatal o de la interferencia con la interacción libre de las fuerzas del mercado. Estas han sido y continúan siendo los prerrequisitos de nuestra habilidad de superar las desventajas que la naturaleza y la geografía nos han impuesto”. (Hong Kong es hoy la economía más libre del mundo y Chile la de Latinoamérica, según el Índice de Libertad Económica del Fraser Institute, mientras que Ecuador es una de las economías menos libres: posición 127 de entre 162 países analizados).

Cowperthwaite solía ser criticado por subestimar los ingresos y sobreestimar los egresos. Pero es una política fiscalmente conservadora que le permitió a Hong Kong capitalizar su economía hasta llegar hoy a tener un ingreso per capita promedio superior al de los habitantes del Reino Unido.

A diferencia de los funcionarios públicos tradicionales, Cowperthwaite consideraba que al dinero “debería permitírsele... ‘dar fruto en los bolsillos del contribuyente’”. También advertía que una alta deuda pública es la señal más certera de que se vienen impuestos más altos y que esto, al igual que un nivel de tributación elevado, espanta inversores.

Algunos dirán que lo de Hong Kong fue posible porque no había electores. Pero la historia reciente de los países bálticos muestra que se pueden hacer importantes reformas económicas sin que un gobierno se caiga. (O)