Titulares en todos los medios mereció el viaje a Washington de la ministra Viteri el miércoles 18. Regresó, hace más de una semana, y no tenemos novedades. Silencio absoluto. ¿Qué realizó y qué logros obtuvo?

Algunos creyeron que iba a citas con el FMI y otras multilaterales para conseguir créditos blandos. Pero el viaje tenía otros objetivos. Era una asamblea de miembros del FMI y Banco Mundial, y la ministra iba con el voto del Ecuador. En esos días los funcionarios de ambos organismos están ocupados con su agenda propia; no tienen tiempo para necesidades de cada miembro.

Pero hay una agenda paralela. En esa reunión, los funcionarios de ambos organismos entregan su visión de las perspectivas de la economía mundial, con sus componentes regionales e incluso de países individuales. Hay un sinnúmero de talleres sobre temas específicos en que además de los expertos de ambas instituciones, hablan académicos, ministros de Estado y ejecutivos de importantes empresas.

Paralelamente, los bancos de inversión tienen sus propios talleres para sus clientes, e invitan a personalidades, en particular ministros de Estado, para que hablen de las perspectivas de mercados individuales.

La tarea de la ministra Viteri en Washington era triple: cumplir con su papel de integrante de la asamblea de ambos organismos; informarse de primera mano de cuáles son las perspectivas de los mercados financieros para el segundo semestre, algo importantísimo considerando que el Ecuador tiene que volver a colocar bonos. Tercero, explicar en reuniones formales e informales, tanto a funcionarios de los organismos como a banqueros de inversión, de las bondades del programa económico, de las políticas que va a seguir el país para mejorar su situación fiscal y atraer capitales, y desvirtuar opiniones negativas sobre las perspectivas del Ecuador. Esta era su tarea principal: vender una imagen positiva del país ante los acreedores del Ecuador, presentes y futuros, tanto multilaterales como privados.

En este tercer y trascendental punto, la ministra, salvo que ella presente evidencia de lo contrario, fracasó rotundamente. Como era de esperar, los bancos de inversión estaban interesados en escuchar a la ministra defender su programa económico, y al menos a uno, Barclays, ella le aceptó una invitación para hacer una presentación el viernes 20. Pero según nota de Expreso, no se presentó. Para eso, mejor no hubiera aceptado la invitación. Su desaire fue mal visto por los potenciales compradores de la inminente nueva colocación de bonos.

El día que viajó de ida, el riesgo país estaba en 593, o sea que para invertir en Ecuador, los inversionistas requerían 5,93% de interés más a que si invirtieran en papeles del Gobierno estadounidense, considerados cero riesgo. El viernes, que hizo mutis por el foro, el riesgo subió a 612. Una semana después, que escribo estas líneas, está en 634. Con la ministra en Washington, la percepción del riesgo de invertir en Ecuador subió escandalosamente.

Internamente, también. Se encarece e incluso dificulta la colocación de bonos. El programa económico todavía solo existe en pantallas de Power Point. Al fisco se le acaba la plata, y requiere autorización de la Asamblea para seguir endeudándose. El tiempo se agota.

En materia económica, ¿tiene el Gobierno algo entre manos?

(O)