Exclama en su cuenta de Twitter Rafael Correa sorprendido ante el destino atroz sufrido por tres periodistas. ¿De qué manera reaccionará ese más de sesenta por ciento de ecuatorianos que lo apoyaron cuando, muy temprano en los comienzos de su gobierno, se conoció su actitud frente a la guerrilla FARC, a la que con enrevesadas razones se negaba a calificar de terrorista? ¿De qué se sorprenden, por Dios? Quienes dieron un trato tan bestial a Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra no procedieron así por ser “disidentes”, sino por ser de las FARC. Aplican las prácticas que por medio siglo fueron habituales de ese banda narcoterrorista, ¿o no es así? Su estrategia era el bandolerismo inveterado y su táctica el crimen. Asalto, extorsión, bomba, asesinato, secuestro, narcotráfico, no eran una rara manifestación de esta gente, sino su actividad cotidiana de la que hay miles de ejemplos.
Y sin embargo miembros de esta pandilla paseaban como Pedro por su casa en Ecuador y hay pruebas irrefutables de la cercanía con ellos de prohombres y promujeres (supongo que así se debe decir siguiendo el espíritu de Montecristi) del correísmo. Hasta tenían un campamento de cemento armado dentro de territorio ecuatoriano, al que se organizaban tours no muy secretos, para que estudiantes extranjeros realicen allí “actividades académicas”. “Mono Jojoy”, uno de los principales líderes narcoguerrilleros, dijo muy claramente en un video que se entregaron a gente de la campaña de Correa cientos de miles de dólares. Luego, el aludido en una de sus protervas sabatinas se burló de la noticia y advirtió contra los que la propalen. Por supuesto, el aparato judicial sumiso y obsecuente no adelantó ninguna investigación al respecto. ¡Y ahora se preguntan cómo pudo ocurrir algo así!
Es obvio que el exmandatario y sus adláteres traten de salirse por la tangente, porque no tienen escapatoria. Pero es a ustedes de nuevo, a los millones que los apoyaron, a pesar de que se les advirtió y se les mostraron pruebas, a quienes estoy interpelando. A los que saltaron henchidos de gozo patriótico cuando su líder le puso cara de perro a Uribe en la cumbre de República Dominicana. A los hombres de negocios, intelectuales, periodistas también, funcionarios de carrera y votantes de a pie que hacían como que no oían cuando se les hablaba del tema. Porque esto no es nuevo y muchos de ustedes más bien tachaban de sufridores y de enemigos del cambio a los que disentíamos. E incluyo a los funcionarios de organismos internacionales y de las ONG que igual se entusiasmaron con la falsa paz, y a los columnistas que compararon el digno NO del pueblo colombiano con el triunfo del brexit ¡y con el de Trump! E incluyo a los mandos militares que dejaron que encajaran a las fuerzas armadas los inservibles radares chinos, y los caedizos helicópteros Druhv, y la chatarra sudafricana y venezolana reciclada en supuestos cazas supersónicos, que dejaban inermes a nuestros soldados. ¿Necesitaban de una tragedia tan espantosa para abrir los ojos? ¿Qué es lo que les sorprende? (O)