A pesar de que, debido a su enfermedad corporal, Stephen Hawking (1942-2018) solo podía escribir tres palabras por minuto, el físico británico recientemente fallecido publicó un conjunto notable de libros de física y cosmología: así de inmensa era su pasión por divulgar los conceptos más complejos de la ciencia. Es de relievar ese impulso por compartir ideas interesantes, expresadas con la mayor sencillez posible, con un público sumamente diverso, ya que los lectores de Hawking se cuentan por millones en el mundo. La obra de Hawking demuestra que un intelectual no es quien habla una jerga incomprensible.

Refiriéndose a su éxito más importante, Una breve historia del tiempo: del Big Bang a los agujeros negros (originalmente publicado en 1988, pero con varias ediciones aumentadas), en 2005, al presentar Una más breve historia del tiempo (reescrito en colaboración con Leonard Mlodinow), Hawking calculaba que hasta esa fecha se había vendido un ejemplar por cada 750 personas en la Tierra. Sin duda, aquel sigue siendo su libro más atractivo porque en él plantea preguntas –que asombran–: ¿qué conocemos en verdad sobre el universo?, ¿cómo sabemos lo que sabemos?, ¿de dónde viene el universo y hacia dónde va?

Lo que Hawking siguió publicando se deriva de Una breve historia del tiempo: lo fundamental es mantener planteadas las mismas preguntas centrales para ensayar nuevas respuestas que incorporen rápidamente los hallazgos de las comunidades científicas. En Agujeros negros y pequeños universos y otros ensayos (1993) explora la fascinante idea de unas alcantarillas gigantescas por las que todo cae, incluso la luz, sin forma de regresar. El universo es una cáscara de nuez (2001) versa sobre partículas, membranas y cuerdas que danzan en once dimensiones; la nuez sería la semilla cósmica originaria de toda la materia viviente.

En La teoría del todo (2007), al discurrir sobre el destino y el origen del universo, Hawking continúa sentando las bases de una teoría que reconcilie la mecánica –que explica las leyes de los inmensos cuerpos celestes– y la cuántica –que indaga por lo infinitesimal– en el afán de tener una teoría unificada de todas las fuerzas de la física. Escrito con Leonard Mlodinow, en El gran diseño (2010) Hawking trata otro tipo de inquietudes: ¿por qué existe el universo?, ¿por qué hay algo en lugar de nada?, ¿por qué existimos? Esto lo vuelve un escrito con preocupaciones metafísicas que interroga al Creador del universo.

Hawking vivió prácticamente atado a una silla de ruedas y al sintetizador de voz que le permitía comunicarse con la gente. Quienes lo trataron recuerdan su estupenda sonrisa y su gran sentido del humor. Las charlas de Agujeros negros. Las conferencias Reith de la BBC (2016) se titulan “¿Son calvos los agujeros negros?” o “Los agujeros negros no son tan negros como los pintan”. Hawking dijo: “Vivimos en un universo extraño y maravilloso. Para apreciar su vejez, tamaño, violencia y belleza se requiere una extraordinaria imaginación. El lugar de nosotros los humanos en este vasto cosmos puede parecer muy insignificante. Aun así tratamos de darle un sentido a todo esto para ver cómo cabemos en él”. (O)