Versión de pesadilla de El flautista de Hamelín. Una enorme rata tocaba la flauta y se llevó tras de sí a los niños de la ciudad. Iban alegres, bailando al ritmo que imponía el roedor descomunal. En descocada procesión se perdieron en un mundo oscuro dentro de una montaña. Así el pueblo ecuatoriano, hacia 2006, entró en un país de tinieblas en el que hoy vagamos sin hallar salida, chocándonos a cada rato entre nosotros. No se me van de la mente periodistas, empresarios e intelectuales que como comparsas colaboraron en este secuestro masivo. No hablo de esas pobres gentes que hasta hace poco reptaban por el suelo ante la presencia del flautista, sino de aquellos que, en el comienzo mismo, prevalidos de su soberbia e impulsados por su novelería, se dejaron seducir por el canturreo vulgar, inconsistente y prepotente. “Ah, este chico PhD”, exclamaban con airecillo pedante, poniendo cara de analistas. ¡Se les dijo de tantas maneras! Doloroso es recordarlo. Cuando lo entendieron era demasiado tarde.

En este mundo oscuro al interior del monte tenemos ideas de cómo salir, las compartimos y discutimos, pero las descartamos temiendo que, a lo mejor, vayamos a dar a un lugar más lóbrego y opresivo. Alguien dice “que se vayan todos” y se le responde que ya vemos en donde terminamos la última vez que lo intentamos. ¿Y qué tal una nueva constituyente? No, se ha ensayado en treinta ocasiones y cada vez ha sido peor. ¿Y la muerte cruzada? No, corremos el riesgo de solo facilitar la vuelta del flautista. Este es el miedo mayor, nadie quiere mover nada porque por cualquier parte se nos cuela. Aterrorizados vamos a dejar que el actual régimen, caracterizado por su medianía, concluya su periodo sin hacer nada importante... Pero ese no hacer nada no es inofensivo, significa la muerte por atonía. Este gobierno no va a dinamitar la casa, eso es seguro, pero permitirá que las termitas se la coman.

¿Y después? El roedor flautista no ha muerto. Con la consulta del mes anterior creyeron tapiar su madriguera y así impedir su retorno. Simplemente les recuerdo que en 2007, muchísimos de los que ahora parlotean ufanos por esta “solución”, auparon el golpe de Estado que destituyó al congreso, al que siguieron la mar de exabruptos jurídicos, demostrando lo poco que le importan las leyes a este peligroso espécimen. Si no optó el año pasado por ir a la reelección no fue porque la Constitución la prohibiera, ya logró, contra toda norma, que se reforme la ley suprema. No se lanzó porque, si lo hacía, perdía las elecciones, como lo demostraban sondeos que encargó, si su sucesor, entonces mucho más popular, casi las pierde... o quizá las perdió, después del audio de Mangas ya no sabemos nada. Pero su vuelta será un corso triunfal, no hallará oposición seria ni organizada. Los hermanos Grima (*) se frotarán las manos con la nueva campaña a la vista, a menos que alguien los ponga a buen recaudo.

(*) Grima: desazón, disgusto, sensación desagradable (DLE). (O)