¿Es la psicología una “ciencia social” o una “ciencia de la salud”? Es la falsa alternativa para las escuelas y facultades de psicología del Ecuador ante las autoridades universitarias nacionales. Desde su inclusión en nuestras universidades hace muchas décadas, como una carrera, la psicología siempre estuvo subordinada a otras disciplinas o saberes ya establecidos, como la filosofía, la teología y la pedagogía. A comienzos de los años 70 del siglo pasado, el Dr. Luis Riofrío González, médico psiquiatra, fundó la Facultad de Psicología en la Universidad Central de Quito, confiriéndole una aparente autonomía frente a otras carreras. Aparente, porque ello no evitó que los psicólogos insertos en las instituciones de salud pasaran a funcionar como asistentes subordinados a los médicos y a los psiquiatras. Entonces, la alternativa es falsa porque no tiene nada que ver con las ciencias, sino con el manejo de la autoridad y el poder: ¿los psicólogos subordinados a los médicos o a los llamados “cientistas sociales”?

Además, la psicología no es una ciencia. Es una práctica, como casi todas las carreras y profesiones universitarias de nuestro país y del resto del mundo. Una práctica clínica, pedagógica, organizacional, experimental, social, política, económica, empírica, religiosa, esotérica… y/o muchas cosas más. En cuanto ciencia, la psicología aún no ha podido afirmarse como tal, porque no tiene un objeto único y epistemológicamente sostenible. Ello ha generado las diferentes escuelas, modelos o teorías dentro de la psicología. Adicionalmente, esto ha producido los más variados proyectos terapéuticos, sociales, económicos, educativos, culturales, políticos, artísticos, comerciales, investigativos… en nombre de la psicología. La “psicología” puede ser muchas cosas y al mismo tiempo nada específico y universal.

Estas particularidades de la psicología han dispersado a los psicólogos ecuatorianos, que jamás lograron organizarse en un colegio profesional único en el Ecuador. Han determinado que las diferentes escuelas o facultades de psicología ofrezcan diferentes programas de formación, según la teoría o tendencia predominante en cada una de ellas. Han propiciado las disputas parroquiales entre los psicólogos acerca de cuál es “la psicología más científica” o “la más eficaz”. Finalmente, esto ha causado la debilidad política y dependencia que mantienen las escuelas y facultades de psicología, sus docentes y sus estudiantes, frente a las autoridades universitarias ecuatorianas, que no saben dónde ubicar a los psicólogos en su esquema piramidal.

¿”Ciencia de la salud o ciencia social”? Es decir, ¿a qué poder deberán someterse los psicólogos en las universidades de este país? Porque de eso se trata: del poder, de la economía y de la administración, no de la ciencia ni de nada que se le parezca. Porque si solo se trata de complacer ese discurso cientificista tan caro a nuestros usos y costumbres pretenciosamente intelectuales, que ha patentado “las facultades de ciencias de la salud, sociales, de la educación, económicas, administrativas, del deporte” o las que sean, nuestros psicólogos también podrían constituir “las facultades de ciencias de la mente, del espíritu, de la psiquis” o de lo que acuerden, para esquivar la vieja subordinación a otras disciplinas. Pero no se trata de eso. Se trata de que los psicólogos hablen y propongan por sí mismos, en lugar de que los no-psicólogos lo hagamos por ellos. (O)