Todo da para pensar que ha llegado la hora de hacerle una actualización al “Pienso, luego existo” del señor René Descartes; o mejor dicho un upgrade (para que entiendan todos). Lo correcto hoy en día es decir “Estoy en redes, luego existo”. Mi amiga Adelaida me convenció de abrir una cuenta de Twitter, mi hija María Paz se encargó de enlazarla al Facebook y Carito me abrió una de Instagram, entonces gracias a ellas ¡yo existo!

No soy la maga maguísima de las redes, pero me defiendo y una que otra persona me regala un “me gusta”, algunos comentan, un grupo me ha puesto el mote de “tía Moca”, otros arman bronca, y ¡yo existo!

La otra noche decidí publicar este tuit: Buenas noches @Lenin una preguntita, bueno tres: ¿Le vamos a seguir pagando sueldo a @jorgeglas_? ¿Seguridad al @MashiRafael? ¿Van a apagar algún día la luz de la Plataforma Gubernamental Financiera? Ahorremos vea, no sea malito.

No sé si el presidente Moreno lo habrá leído, lo cierto es que desde esa noche apagan las luces del esperpéntico edificio. Lo miro todas las noches y madrugadas y finalmente está a oscuras.

Estas preguntas mías generaron las de algunos amigos y creo que vale la pena publicar las más relevantes:

Caro: Te faltó otra pregunta: ¿Vamos a permitir que Assange siga haciendo negocios desde la embajada de Ecuador, haciendo fortuna con dinero mal habido, y a costa del pueblo ecuatoriano?

Patricia: Sí... tengo otra. Hasta cuándo tiene el mismo equipo económico de Correa, ¿no fue el que nos llevó a la quiebra?

Mónica: Se asocian ilícitamente ¿Para Qué? ¿Para jugar cartas o contar cachos?

Pero volviendo a mis dos preguntas que aún no tienen respuesta, me imagino que entre las absurdas leyes que nos rigen habrá una que diga que cualquier sospechoso de asalto y robo tiene derecho a su cargo y a su sueldo per saecula saeculorum, mientras no haya usado un arma mortal para perpetrar el hecho, así que ¡ecuatorianos, trabajad, que el sueldo del vice tenéis que pagar!

Respecto al pago de la seguridad del mashi Rafael en Bélgica, creo que debemos tomar cartas en el asunto. Despojarnos de la carita de pendejos y hacerle ver a Lenín Moreno que es un costo demasiado alto y que no se justifica porque no se está logrando ningún objetivo. El guardia de seguridad o el equipo que escolta al expresidente no le sirve para un carajo, primero porque nadie lo amenaza, su vida no corre peligro; y, segundo, porque nada ni nadie le puede resguardar de su propia conciencia, de aquella que al menos alguna noche lo despertará sobresaltado diciéndole: “La mesa quedó servida para muy pocos”. Nadie lo protegerá de sus miedos, de sus fantasmas interiores que le repetirán la célebre frase de su hermano: “Por el ojo tuerto te roban, ñaño”. Porque no habrá guardia ni escolta que borre de su mente los muertos del 30S; porque se mirará las manos quemadas de tanto ponerlas al fuego y verá que fueron ellas las ardientes, no su corazón; porque aunque esté rodeado de cuidadores, ¡nadie lo salvará de sí mismo! (O)