El cacao CCN-51, creación del investigador ecuatoriano Homero Castro Zurita, cuya prematura muerte le impidió constatar el esplendor de su obra, va ganando espacio en el mercado mundial, la aplicación de efectivos manejos poscosecha lo acercan más al típico fino de aroma, exhibiendo además envidiable productividad. Sus exportaciones crecen admirablemente, sin que las estadísticas reflejen que son ya superiores o están a punto de serlo, respecto de las cifras del cacao nacional lamentablemente con rendimientos estáticos que lo alejan del interés romántico por cultivarlo, con la frustración de la injusta valoración de su extraordinaria calidad.

No es el triunfante avance del CCN-51 en los centros de consumo mundial lo que motiva este comentario, se trata de su incontenible siembra en casi todos los países tropicales de América; superando barreras oceánicas, para plantarse muy orondo en zonas africanas, extrañando que el Estado ecuatoriano no haya liderado iniciativas reivindicadoras de su origen, peor abrir posibilidades legales para que los descendientes de su inventor se acrediten los méritos que les corresponde por tratarse de un material completamente nuevo en esos lejanos horizontes. Internamente, tampoco las autoridades han tenido la entereza de reconocer que las últimas dos líneas de cacao, lanzadas demagógicamente el año pasado, contienen mayoritariamente genes propios del CCN-51, que antes desdeñaban.

Ha sido gracias a los aportes del empresario ecuatoriano, especialista agrícola y estudioso cacaotero ingeniero Sergio Cedeño Amador, miembro distinguido de la Academia de Historia del Ecuador, que ha sido posible conocer detalles del sacrificado trabajo de Homero Castro, iniciado en los años sesenta del siglo pasado, hasta culminar exitosamente con la identificación del clon CCN-51 o Colección Castro Naranjal, Árbol 51, de alta productividad y tolerancia a las enfermedades, que otrora devastaran los cultivos de la pepa de oro, soporte económico de la nación durante muchos años, virtualidades resaltadas en el documentado discurso pronunciado por Cedeño con motivo de su honrosa incorporación al selecto núcleo de historiadores, capítulo de Guayaquil.

Cabe mencionar que otra línea cacaotera, conocida como Cacao Milagro, digna de análisis y valoración sin prejuicio alguno, obra del compatriota Ing. Luis Olmedo León Huaraca, viene poblando extensas campiñas de la Costa ecuatoriana y regiones del Perú, abundando testimonios de agricultores que proclaman sus bondades en rendimiento y calidad, demostradas satisfactoriamente por su gestor en un taller internacional promovido por un organismo de desarrollo agrícola regional peruano (Provraem), en que sobresale el cacao como siembra principal.

Mientras el CCN-51 conquista y embelesa al mundo, como medio de abatimiento a la pobreza de miles de familias rurales y justa rentabilidad de progresistas empresas que invierten a manos llenas para optimizar plantíos y desarrollar infraestructura poscosecha, los precios continúan deprimidos, siendo obligada solución la inmediata conformación de un fondo de estabilización comercial, gerenciado por gremios de productores y exportadores, financiado con retenciones obligatorias aplicadas en momentos de recuperación del mercado, cuyo objetivo central sería asegurar al cacaotero un valor justo de sus cosechas que les permita mantener los plantíos, independiente de las fluctuaciones internacionales. Es una figura aplicada con éxito en otros países cultivadores, que garantizaría la supervivencia de un histórico producto de gran beneficio nacional. (O)