Verónica Coello Moreira

Empezó la carrera por la segunda vuelta, en busca de la Presidencia. Las encuestadoras lanzan los primeros porcentajes y el ambiente se mantiene caldeado, pero esta campaña se inaugura con voces que llegan desde el exilio dando nombres de altas autoridades involucradas en temas álgidos y mencionando asuntos de los que siempre se especuló, pero nadie los había hecho públicos. Pedro Delgado hace su aparición golpeando un tablero político que ya tambaleaba desde que no hubo una victoria en primera vuelta, como los verdeflex anunciaban. No creo en casualidades, entonces surgen mis dudas. ¿Estas declaraciones de Delgado son realizadas en un arranque de honestidad para congraciarse con el que asume será el siguiente presidente? O ¿esta acción es una muestra de que el miedo al supremo y absoluto líder se ha perdido? La respuesta a estas dudas explicaría la actitud poco estadista que se ha incrementado en los últimos días por parte del huésped de Carondelet.

Recordemos la semana pasada cuando el descontrol del caudillo se hizo evidente, al incitar a la ciudadanía a “reaccionar contra los majaderos” en referencia al pueblo de Ventanas, que reclamó la falta de medicinas afuera del Hospital Básico Jaime Roldós Aguilera, aprovechando su presencia en el lugar; también amenazó con limitar sus visitas, de no haber dicho “control”. Siguiendo ese estilo están las sabatinas, que en otrora fueron un monólogo de autoalabanzas y medio para atacar libremente a la oposición y reporteros, sin derecho a réplica, pero ahora se han convertido en tres horas de actividades proselitistas, usando nuestro dinero una vez más para su beneficio y el de los suyos.

Aunque lo mencionado no es novedad, ya que es propio de líderes dictatoriales la ceguera selectiva, creyendo que lo inventaron todo, desconociendo el trabajo de gobiernos anteriores y proclamando que antes y después de ellos, solo la nada. Sin embargo, no dejan de sorprender las propuestas electorales, donde ofrecen un sinfín de temas que no se cumplieron en diez años, pero debemos creer que mágicamente se cumplirán en un nuevo gobierno del mismo partido.

En cambio, la oposición necesita continuar con las alianzas, ceder posturas, tomar lo mejor de las propuestas de cambio que hubo en la primera vuelta, dejar a un lado el color del partido preferido y unirse bajo los colores de un país que necesita un giro. Es imperativo aceptar el apoyo sin imposiciones. Detengamos las ruedas del continuismo que han causado estragos desde diferentes frentes y empecemos a caminar hacia un cambio que brinde esperanza de días mejores, lejos de insultos, agresiones y una cultura de odio que solo incrementó la discriminación, practicando el “divide y vencerás”.

Finalmente, tengamos presente que nos quedan pocos días para las elecciones. Seamos protagonistas del momento histórico en el que el pueblo decidirá su destino. Todos seremos responsables de ese futuro que está por escribirse; salgamos de nuestra comodidad, dejemos el teclado y las redes sociales. Involucrémonos con la realidad, para que la frase “el pasado no volverá” se materialice verdaderamente y no tengamos más de los mismos. (O)