El 22 de febrero de 1960, hace hoy 55 años, en la pequeña terminal aérea de Guayaquil, un grupito de familiares y amigos despedía a un joven futbolista anconeño, que partía a probar suerte en uno de los equipos más famosos del mundo: Peñarol de Montevideo. Lo esperaba un largo viaje: Lima, Buenos Aires, Montevideo.
“El lunes 22 de febrero de 1960, en la tarde, Alberto Spencer bajó de la escalerilla del avión en el aeropuerto de Carrasco, de Montevideo. Venía solo. Con un bolsito deportivo en su mano izquierda y un portafolio en la derecha. Lo esperaban el presidente Gastón Güelfi; el secretario de prensa del club, José Valverde y un siempre sonriente Juan López. Con grandes anuncios en la prensa, fue promocionado como la esperanza de Peñarol”, contó el destacado periodista uruguayo Atilio Garrido. El 8 de marzo Spencer debutó ante Atlanta, de Argentina, con una victoria 6-2 y tres tantos anotados.
Hubo variadas versiones sobre cómo surgió el interés de Peñarol por el espigado jugador del Everest. El periodista Garrido, en una larga entrevista al técnico uruguayo Hugo Bagnulo, en 1979, reveló detalles hasta hoy poco conocidos. “A Spencer lo traje yo a Peñarol”, reclamó siempre Bagnulo, fallecido en el 2008. Contó en la nota de Garrido cómo advirtió la clase de nuestro compatriota durante el cuadrangular de inauguración del estadio Modelo, en 1959: “De pronto veo un negro flaco que erra un gol cabeceando, como yo digo, ‘saludando de la bandera’; es decir. moviendo fuerte la cabeza de arriba hacia abajo. A la jugada siguiente, a la carrera y con gran velocidad, elude a tres argentinos y convierte un golazo. Pregunté quién era. Me dijeron que se llamaba Spencer (...)”.
“En el segundo partido enfrentamos al Barcelona. A poco de empezar estábamos 1-1 y ese morocho Spencer nos mete un golazo entrando al arco con la pelota en la cabeza. Fue una jugada donde William Martínez, nuestro back derecho, le quiso hacer una ‘peinada’, pero el moreno le sacó la pelota en el área y él le hizo la ‘peinada’ larga entrando con la pelota al arco, metiéndola con la cabeza porque el golero (Roger) Bernardico había salido. Spencer entró al arco con pelota y todo”.
Narró Bagnulo, entonces técnico de Peñarol, que él buscaba un centrodelantero y un puntero izquierdo: “En Barcelona había visto jugar a un tal Ortega, que hizo el primer gol. Era argentino. Cuando terminó el partido hablé con él. En la noche fue al hotel con Spencer. Estaba Cocito, que era el masajista y el contador Güelfi, que era el presidente de Peñarol. Hablamos, nos enteramos que Spencer tenía 21 años, les planteamos la posibilidad para que ambos vinieran inmediatamente a Peñarol porque empezaba el campeonato uruguayo y los necesitábamos. Dijeron que sí. (...) Las gestiones para traer a Spencer y Ortega se encomendaron al gerente del club, Juan Magariños. Tenían que retornar en un vuelo ellos y los dos jugadores contratados para pedir pase en AUF. Pero se durmieron, o habrán pensado que traer un ecuatoriano era una locura. Entonces Spencer y Ortega se quedaron sin jugar ya en ese 1959 en Peñarol”.
En el libro Cuando cambió la historia, escrito por Garrido, Bagnulo afirmó que él tenía más interés por Ortega, que no es otro que el otrora famoso Roberto Pibe Ortega, sumido hoy en el más completo abandono. Relató también que al salir de Peñarol, el 7 de enero de 1960, habló con los dirigentes del Defensor para llevar a Spencer a ese club, pero Peñarol ya había entrado en tratos con Everest por el pase del futuro Cabeza Mágica. El 10 de ese mes, Juanito López volvía a Montevideo luego de dirigir a la selección ecuatoriana en el Sudamericano Extraordinario de diciembre de 1959. En una amplia nota el vespertino Acción anotó al día siguiente: “Dado que lo tuvo a su cargo durante su actuación en Ecuador interrogamos a Juancito López acerca del delantero Alberto Spencer, jugador de 22 años, por cuyo concurso se interesa Peñarol: “Sin lugar a dudas —señaló al respecto—, es un gran jugador. Tiene juventud y se desempeña en los tres puestos centrales de la línea de ataque (...). Hay que tener en cuenta que el Real Madrid ya puso sus ojos en este jugador y que agotará todos los recursos posibles para lograr su contratación”.
La nota de Garrido rescata que el 21 de enero llegó a Guayaquil Gastón Güelfi, titular peñarolense, para finiquitar la propuesta hecha al Everest: $ 10.000 por el pase. Nacional de Montevideo ofertaba $ 12.000. A su retorno a Montevideo Güelfi destacó su gratitud “al presidente del Everest, Alfredo Isaías, y al presidente de la Federación Ecuatoriana, (Federico) Muñoz Medina, personas que hicieron todo lo posible para que el éxito se alcanzara. Las tratativas se hicieron en presencia de directivos del Everest, de Spencer y de sus familiares. En un primer momento el jugador deseaba la mitad de lo que se pagaba por su pase. Tuve que disuadirlo de esa posición y explicarle que en la mayoría de las transferencias, los jugadores como máximo, obtenían el 20% y que por lo tanto a él se le trataba con suma deferencia, ya que de los $ 10.000 que se pagó por su pase, $ 4.000 fueron para él”.
Además, Peñarol se comprometió a jugar un partido en Guayaquil con Everest al que le entregaría $ 2.000 más.
El diario montevideano La Mañana sostuvo que el sueldo prometido a Spencer sería de $ 250 mensuales, lo que fue rectificado por Güelfi: “No existe el compromiso de pagarle a Spencer un salario mensual de $ 250, como se ha informado. Percibirá la mejor paga adjudicada a futbolistas del plantel superior”.
Han pasado 55 años de su primera ausencia. Hoy, Alberto Spencer vive en el recuerdo de su grandeza incomparable que lo convirtió en uno de los mejores jugadores de todos los tiempos en el balompié mundial. (O)
El periodista uruguayo Atilio Garrido reveló, en 1979, detalles poco conocidos hasta hoy de cómo se produjo el fichaje, por $ 10.000, del atacante anconeño a Peñarol.