Francisco Tomalá acudió hasta la sede de la Fiscalía provincial del Guayas, ubicada en las calles Víctor Manuel Rendón y General Córdova, en el centro de Guayaquil. Allí esperó varios minutos para poder ingresar y presentar una denuncia formal por un secuestro exprés del que fue víctima a finales de septiembre.

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Tomalá narró que el pasado 26 de septiembre había salido del trabajo y se encontraba junto con unos compañeros comiendo fritada por el parque de la iglesia San Agustín, en la intersección de las calles Luis Urdaneta y avenida Pedro Moncayo, también en el centro.

Según su relato, al terminar la jornada decidieron tomar un taxi ya que todos se dirigían al suburbio de Guayaquil.

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“Unos compañeros me dicen pidamos un taxi porque todos íbamos para el suburbio y nos fuimos. Mis amigos se quedaron en la Ch y la 25 y mi casa era tres cuadras más adelante. Ahí recuerdo que el chofer le subió al aire y ya no recuerdo nada más, me quedé como dormido”, contó Tomalá.

Él consideró que en esa parte del trayecto habría resultado afectado por una sustancia tóxica.

“Me echaron escopolamina, lo único que recuerdo es que cogí el taxi junto con unos compañeros del trabajo aquí en el parque”, añadió el denunciante.

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Lo siguiente que recordó es haberse despertado en la madrugada, alrededor de las 03:00, en un solar desolado. “Cuando me desperté, estaba botado atrás casi por la terminal de Durán”, relató.

En ese lapso de ocho horas estuvo totalmente incomunicado. Su celular aparecía fuera de servicio, y sus familiares, quienes intentaron contactarlo insistentemente hasta la 01:00, pensaron que se había quedado bebiendo con sus compañeros.

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“En el piso me levanté en un solar desolado. Me levanté y no sabía para dónde caminar porque me sentía aún mareado. Yo pensé que estaba por la Perimetral y cuando ya salí a la principal me dijeron que estaba en Durán”, contó el afectado.

A Francisco le robaron la cédula, sus tarjetas de débito y crédito, así como las herramientas de trabajo que llevaba en su mochila.

Dijo que aparentemente no presentaba mayores heridas, pero sí tenía marcas en el cuello, por lo que se presume que habría sido amarrado.

Después de caminar durante varias horas sin rumbo, alguien lo recogió en la vía principal de Durán y lo llevó hasta su casa.

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Al día siguiente, volvió al sitio donde estuvo comiendo fritada con sus amigos para ver si podía acceder a las cámaras de seguridad de la zona, pero le informaron que justo ese día no estaban funcionando.

Tomalá especificó que el taxi que tomó no fue solicitado por ninguna aplicación, sino que fue un vehículo que pasaba por la zona en ese momento.

Francisco se mostró visiblemente afectado mientras esperaba afuera de la Fiscalía. En el rostro se reflejaba una mezcla de incertidumbre, cansancio y preocupación.

El ciudadano recomendó tomar taxis únicamente por medio de aplicaciones que sean reconocidas o cooperativas regularizadas. En su caso, él reconoció haber cometido un error al coger una unidad que pasaba por la calle en horas de la noche. (I)