La ratificación de Fausto Salinas como comandante general de la Policía tiene diversas lecturas por analistas y exmiembros de esa entidad.
La salida o no de Salinas estaba supeditada a la captura de Germán Cáceres, teniente de Policía y principal sospechoso del femicidio de su esposa, María Belén Bernal, quien está prófugo de la justicia aunque con difusión roja de Interpol, lo que permite su búsqueda en casi 200 países.
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La semana pasada, el presidente Guillermo Lasso le dio un plazo de siete días que se amplió dos días más para conocer resultados de la captura de Cáceres, pero horas después que Salinas diera a conocer la línea de tiempo y la ruta del escape de Cáceres, el miércoles -en horas de la tarde-, el Gobierno lo ratificó como máximo jefe policial y reiteró su confianza al mando de esa institución.
El 23 de septiembre pasado, Lasso anunció la desvinculación de la institución policial de los generales Freddy Goyes y Giovanni Ponce. No obstante, ellos participaron en una reunión con el ministro del Interior, Juan Zapata, el pasado lunes, 3 de octubre.
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Para Daniel Pontón, profesor de Seguridad y Defensa del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), el motivo de la ratificación es más político que demuestra de alguna o de otra forma la debilidad del Gobierno, en general.
Pontón consideró que la Policía ha tenido una crisis institucional de credibilidad muy fuerte que ya la venía sufriendo por varios aspectos como corrupción, malos elementos involucrados con el narcotráfico, el femicidio de María Belén Bernal.
“No es el tema de (María Belén) Bernal lo que hace que la Policía entre en crisis, ya venía en una crisis y también ha sido producto de, por ejemplo, fallas operativas. La Policía empieza a carecer de recursos institucionales adecuados de logística...”, dijo.
A criterio de Pontón, la misión actual de la Policía es hacer transformaciones profundas como la dotación de recursos para su modernización, así como reformas en lucha contra la corrupción, evitar espíritu de cuerpo.
Zapata ha planteado reformas legales y reestructuración del modelo educativo de la Policía con enfoques de erradicación de violencia y derechos.
Pontón agregó que también se requiere profundizar en la idea de la Policía comunitaria y todos esos aspectos deben ser liderados por Salinas. Una de las prioridades que ha anunciado Zapata es la Policía comunitaria dentro de sus cinco ejes de gestión.
El general de Policía en servicio pasivo Juan Carlos Rueda se mostró de acuerdo con la ratificación de Salinas en el mando institucional. Sostuvo que el jefe actual de la Policía tiene la capacidad para establecer su desempeño y gestión.
Adujo que los oficiales de Policía, así como los comandantes responden si es que no hay los esfuerzos o la voluntad, pero para él, Salinas ha demostrado su trabajo y ha apoyado a sus subalternos.
Rueda indicó que la Policía necesita cambios y es un proceso permanente.
“Si es que hay que hacer una diferencia con el resto de la sociedad y los policías, que sean nuestras leyes y nuestros códigos de disciplina mucho más enérgicos, mucho más firmes para librarnos de estas lacras que dañan el trabajo de miles de hombres y mujeres, que todos los días salen a trabajar, en muchos casos arriesgando su vida”, mencionó Rueda.
Grupos feministas pidieron la destitución de la cúpula policial tras conocerse los hechos que condujeron al asesinato de María Belén Bernal, en una marcha y plantón realizada el pasado sábado, en Quito.
Sinchi Gómez, quien pertenece a una organización feminista, señaló que se mantienen en la salida de Salinas y que el Gobierno está demostrando un carácter poco democrático con “oídos sordos” a sus demandas.
“Concluimos que el Ejecutivo no está atendiendo las demandas de la movilización nacional del 1 de octubre”, indicó Gómez, quien pertenece a Trenzando Feminismos que es parte de la Alianza Nacional Transfeminista. (I)