Se eligen dignidades diferentes, pero los comicios seccionales del 2023 podrían ser un “termómetro” de los generales (presidenciales y legislativas) del 2025, coinciden analistas consultados por este Diario. Pero otros advierten que la política ecuatoriana es muy cambiante: todo puede pasar entre una y otra elección.

En tanto, ya algunas figuras políticas han adelantado públicamente su intención de postularse a la Presidencia de la República, y otras parecen estar ya en una discreta campaña con ese fin.

Para Francis Romero, quien es el director de la encuestadora Click Report, las elecciones del 2023 son una especie de “vitrina” de nuevos liderazgos. “A nivel nacional no existen liderazgos fuertes, esta es la oportunidad para que nazcan; en las seccionales se verán nuevos rostros, nuevos partidos, nuevas opciones para el electorado. O también otros que ya han participado pueden tener más protagonismo”, dice Romero.

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Agrega que también les permitirán a las diferentes organizaciones políticas determinar las zonas del país en las que tienen mayor presencia o fortaleza, y trabajar para potenciarlas, y medir los resultados de las alianzas locales y nacionales que haya hecho. “A ocho de cada diez ecuatorianos no les agradan los partidos políticos, pues tienen una mala imagen de ellos. En campaña la gente los observa, entonces tienen que aprovechar para mejorar esa imagen. Es un ensayo para prepararse para las elecciones importantes”, opina.

En el caso de los aspirantes del partido de Gobierno, Creando Oportunidades (CREO), la votación que obtengan también permitiría descubrir la aceptación del presidente Guillermo Lasso en el caso de que piense en postularse para la reelección. “La elección del 2023 es una calificación directa de la población a su gestión, que en los últimos meses está en niveles bajos; así es difícil que el electorado vote por ellos si siente que hay un mal trabajo del Gobierno; ahora, la percepción ciudadana puede cambiar, le quedan dos años”, opina.

La politóloga Arianna Tanca considera que no se puede decir tajantemente que los resultados de los comicios del año próximo serán un adelanto de los del 2025. Y da ejemplos: en las elecciones seccionales del 2019 “le fue muy mal a CREO” y, sin embargo, Lasso ganó la Presidencia de la República; a los correístas, que en ese tiempo estaban cobijados por el extinto Alianza PAÍS (ahora Mover), tampoco, y llegaron a la segunda vuelta con Andrés Arauz y la alianza UNES; mientras que los socialcristianos lograron buena votación, y eso sí se reflejó en la bancada legislativa.

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“La lógica de las seccionales y de las generales es diferente, no solo por lo obvio, que es lo que se elige, sino por el sistema de partidos: en las primeras se ve que son pocos los partidos que tienen una fuerte presencia nacional, y por eso tienen que hacer alianzas con movimientos locales para ganar dignidades, y eso se refleja en la cantidad de organizaciones políticas que tiene el país, son 278, la mayoría locales, y esas tienen más relevancia que un partido nacional. Las alianzas no son malas, el CNE da incentivos. Pero estos movimientos solo sirven para llegar al poder, a veces luego dejan de existir”, explica.

Sin embargo, “si un partido logra tener relevancia a nivel subregional sin duda le será más fácil tener un buen desempeño en las elecciones generales, en especial en la Asamblea Nacional”.

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“Muchos candidatos, en efecto, usan las elecciones seccionales como ‘vitrina’. Pero eso supone un problema porque reciben fondos de promoción electoral. ¿A cuenta de qué los ciudadanos tenemos que pagar eso? Muchos son perfiles fugaces, se presentan a una elección y luego no sabemos nunca más de ellos. Hay candidatos que tienen esa vitrina, ganan la elección y luego renuncian para ir a la Asamblea. Si se comprometen a ser alcaldes o prefectos, tienen que asumir esa responsabilidad”, agrega.

Tanca piensa que es aún muy pronto para hablar de las posibilidades de reelegirse del primer mandatario porque “muchas cosas pueden pasar en dos años”, “puede ser que el Gobierno gire hacia la inversión social, combatir la delincuencia y el narcotráfico y eso le genere la popularidad para sostener una reelección”.

En cambio, el consultor político Gustavo Isch señala que Ecuador es un país tan cambiante en cuestiones políticas que difícilmente se pueden hacer comparaciones entre comicios. “Aquí juegan varios factores: el desgaste enorme de la credibilidad en las instituciones públicas, no solo de los partidos políticos; la incidencia del crimen organizado y la delincuencia, que a su vez ha cambiado la situación económica y las prioridades de la gente; el efecto de la pandemia en la economía, que no logra recuperarse”, indica.

“Hay partidos con liderazgos fuertes que les permiten tener buena votación en los comicios seccionales, pero que no repiten el mismo comportamiento en los generales. Tenemos una gran cantidad de candidatos producto de alianzas impensables, indigeribles, las ideologías, las visiones se han licuado en función de ambiciones políticas, o de los partidos que viéndose débiles optan por figuras, que son opuestas a sus principios, pero que los ayudan a mantenerse en cada localidad”, sostiene.

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Isch dice que si bien hay personajes políticos que ya han manifestado su deseo de ser candidatos a la Presidencia y están trabajando abiertamente para ello, hay otros que están moviéndose de forma cauta, porque “los números les son absolutamente adversos”.

Todos los nombres

El exvicepresidente de Lenín Moreno, Otto Sonnenholznner; y el excandidato a la Vicepresidencia por la alianza correísta UNES, Carlos Rabascall, son dos de las figuras que ya han hablado públicamente de sus aspiraciones presidenciales.

Ninguno tiene agrupación política propia. El primero se halla al momento cursando estudios en Harvard, aunque sus seguidores siguen impulsando la conformación de frentes ciudadanos. El segundo ha dicho que correría por Centro Democrático, que formó parte de UNES.

También se menciona como posible aspirante al excandidato presidencial Xavier Hervas. Él corrió por la Izquierda Democrática, partido al que se afilió en la campaña del 2021, pero hace pocas semanas se retiró alegando que no estaba de acuerdo con su forma de hacer política. Él no ha admitido que desea postularse, pero sí está recorriendo el país.

En tanto, dos actuales legisladores están, también, visitando varias provincias del país con agendas políticas propias. Son Fernando Villavicencio y Daniel Noboa Azín.

Villavicencio llegó a la Asamblea Nacional por la alianza Partido Socialista-Concertación y Noboa por el movimiento Ecuatoriano Unido. Concertación y Ecuatoriano Unido ya no existen como organizaciones políticas.

El primero, que preside la Comisión de Fiscalización, tiene apoyo del Gobierno en sus tareas de investigación, y ahora mismo está haciendo campaña a favor de la consulta popular.

El otro, que preside la Comisión de Desarrollo Económico, tiene una agrupación denominada ADN con presencia en Santa Elena, que aún no cuenta con personería jurídica, pero que se alió con el movimiento Sociedad Unida Más Acción (SUMA) para poner candidaturas en esa provincia. El propio Noboa fue precandidato a la Prefectura. “Somos un movimiento que vino a transformar vidas, vamos por un Ecuador productivo, seguro y próspero. Dile adiós a la vieja política”, dice en su cuenta de Twitter.

También la parlamentaria andina Cristina Reyes, que se desafilió del Partido Social Cristiano (PSC), podría ser una carta destacada en la tendencia de derecha.

En el movimiento indígena hay dos figuras relevantes. En el ala radical, el presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), Leonidas Iza, que ganó protagonismo en los dos paros nacionales del 2019 y 2022; y en la otra orilla, el excandidato presidencial Yaku Pérez, que se abrió de Pachakutik y creó su propio movimiento Somos Agua. (I)