A lo largo de un siglo de historia, EL UNIVERSO enfrentó los embates del poder. Desde cierres temporales, encarcelamiento de sus directores y periodistas, hasta procesos legales. Son gajes del oficio periodístico, sobre todo en un país que ha tenido gobiernos con “rasgos autoritarios”, como lo manifiesta el historiador Ángel Emilio Hidalgo. A continuación cuatro de los hechos más relevantes.

Una caricatura motivó la detención de dos directores y el cierre temporal del diario

10 de junio de 1937. La dictadura de Federico Páez intentó silenciar a la prensa con la clausura de este Diario y la detención durante dos días de dos directivos. El motivo de la discordia fue la publicación, el 9 de junio, de una caricatura que satirizaba la relación entre Páez y los militares. En el dibujo, titulado ‘La cena’, se hacía referencia al agasajo que habían ofrecido los militares al dictador para demostrarle su lealtad, mientras circulaban rumores de una conspiración para dar un golpe de Estado.

Ya agobiado por noticias que no le favorecían, Páez ordenó a la guardia que detuvieran a Ismael y Sucre Pérez Castro, gerente y vicedirector de este rotativo, en ese orden, y clausuró el matutino por trece días.

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Para la reapertura se firmó un acuerdo de tres puntos: un depósito en el Banco Central del Ecuador por 100.000 sucres para que el Gobierno pudiera girar contra ellos si cometiesen un ‘error’; cambio de director; y la publicación de un “artículo de desagravio” escrito por el régimen, no por el medio de comunicación.

La junta militar de los años sesenta apresó a un periodista y cerró el medio por unas horas

En la década de los sesenta, Diario EL UNIVERSO se vio afectado cuando la Junta Militar declaró la Ley Marcial el 31 de septiembre de 1964, en Guayaquil.

Ante protestas en la ciudad, cuyos habitantes exigían el respeto a las rentas de las entidades autónomas, y las críticas de la prensa, los militares ordenaron la detención de tres periodistas, entre ellos Carlos Palacios Sáenz, de este Diario.

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El director de EL UNIVERSO, Sucre Pérez Castro, y sus similares de El Telégrafo y La Prensa exigieron en un comunicado el “derecho inalienable” de la prensa libre con “derecho a disentir”. Además, que se rectifique.

En 1966, la Junta Militar sometió al Diario a un nuevo cierre obligado, aunque la medida duró solo unas horas.

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El rechazo a la dictadura tenía un foco pronunciado en Guayaquil, con constantes movilizaciones y reclamos. Y el Diario recogía lo que sucedía.

Una madrugada, mientras la rotativa empezaba a entregar los primeros ejemplares, aparecieron oficiales para “examinar” la edición. “Antes de las siete ya estábamos en Escobedo y 9 de Octubre y lo primero que advertimos fue la presencia de uniformados armados que se habían apoderado de las instalaciones del Diario y nos impidieron el ingreso”, contó Jaime Díaz Marmolejo, un excolaborador.

Un atentado en las instalaciones del centro de Guayaquil causó ocho heridos

El 1 de septiembre de 1978, a las 22:10, el edificio de este Diario ubicado en el centro de Guayaquil sufrió un atentado considerado como “terrorista” por quienes vivieron la explosión, que ocasionó ocho heridos.

Un artefacto colocado en la planta baja del inmueble, al pie de un teléfono público y frente a las ventanillas de recepción de avisos, estalló y dañó las cortinas metálicas y las rejas que protegían el área administrativa; además, se sintió en la planta alta, donde destruyó ventanas y puertas de vidrio y provocó la caída del ascensor.

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Según se publicó el 2 de septiembre de 1978, antes de que ocurriera el atentado, cerca de las 21:50, visitó la redacción un grupo de estudiantes de la Escuela de Psicología y de la Asociación Escuela de Filosofía de la Universidad de Guayaquil, que protestaban porque no se iniciaban las clases, pese a que la Universidad estaba laborando.

“Luego que se retiraron se comenzó a percibir un fuerte olor a pólvora, lo que motivó que el empleado encargado del servicio telefónico nocturno haga conocer a la Redacción de este particular. Guardias observaron que al pie del teléfono público había un envoltorio del que salía humareda con olor a pólvora. Le echaron agua para tratar de apagarlo, cuando explotó”, se reseñó.

Condena en contra del diario por una columna de opinión

Con 90 años de trayectoria y considerado como uno de los diarios más influyentes del país, Diario EL UNIVERSO recibió una sentencia que ha sido calificada por voces locales y mundiales como desproporcionada y un atentado a la libertad de expresión.

El 20 de julio de 2011, el juez temporal Juan Paredes falló a favor del entonces presidente Rafael Correa, en una querella por injurias calumniosas. Él condenó a tres años de prisión al exeditor de Opinión Emilio Palacio; los directivos del Diario, Carlos y César Pérez Barriga, y Nicolás Pérez Lapentti; y al pago de $ 30 millones. Y ordenó a la empresa el pago de $ 10 millones.

La sentencia causó estupor en el país y en el mundo, pues se cuestionó, entre otros aspectos, el récord del juez Paredes en leer 5.000 páginas en 33 horas y en escribir 150 hojas del fallo en cinco horas; la inaplicabilidad del supuesto delito a las personas jurídicas (empresas); la exagerada indemnización solicitada inicialmente por Correa de $ 80 millones y su insistencia en apelar el fallo por este tema; todo esto, según la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), en medio de la elaboración de normas para ejercer control del régimen sobre los contenidos de los medios y una campaña de desprestigio contra estos.

La querella se planteó el 30 de marzo de 2011 por el artículo de opinión escrito por Palacio, ‘No a las mentiras’, publicado el 6 de febrero, sobre los incidentes del 30 de septiembre de 2010.

El periodista señalaba que en el futuro “un nuevo presidente (...) podría llevarlo ante una corte penal por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente”. Esto, por el operativo militar que dejó cinco fallecidos al sacar a Correa, que se hallaba dentro del Hospital de la Policía, en Quito, durante una revuelta policial. (I)