Que ya ha perdido la fe. Así se siente Josué Peñafiel, quien se encuentra en un albergue a pocos metros de la frontera de Ucrania con Polonia.
Ya son varios días desde que abandonó Kiev, la capital, y por temor no ha podido dormir bien. En este albergue está junto a otros cuatro ecuatorianos. Todos tienen una cobija para descansar en el suelo. Y afortunadamente tienen alimento.
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Josué ha visto pasar a varios compatriotas, que se cansan de esperar. Dice que antes en el albergue había 30 ecuatorianos, de a poco fueron disminuyendo hasta quedar cinco.
Él no sabe qué hacer, si seguir soportando o regresar a Kiev. “Mi familia y amigos están preocupados. Hemos hablado con personal de Cancillería y me pidieron que grabe un video en la frontera”, cuenta Josué, quien indica que es peligroso hacerlo porque los militares ucranianos reaccionan diferente.
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El estudiante, de 20 años, jamás esperó vivir esa situación. Solo quiere ayuda. “Rogamos y pedimos cuándo va a haber una solución para nosotros porque es una situación tan caótica y la esperanza se está perdiendo poco a poco y temo que mi cordura y salud mental vaya a decaer en algún momento”, expresa.
De hecho, el viceministro de Movilidad Humana, Luis Vayas, calculó el pasado 27 de febrero que entre 400 a 500 aún permanecían en Ucrania.
Algunos están en albergues cerca de la frontera con Polonia; otros pernoctan en residencias estudiantiles como la que está ubicada en Lviv y hay quienes se regresan a ciudades cercanas buscando hotel como lo hizo Johann Reinoso.
Él es un estudiante, de 21 años, que vivía en Kiev, donde estaba próximo a realizar exámenes para ingresar a la Universidad Politécnica de Kiev para cursar la carrera de diseño de animación de videojuegos.
Hace dos días intentó cruzar la frontera, pero fue imposible. “Todo era un caos, había demasiadas personas, todos se pegaban por avanzar. Había heridos, desmayados e incluso un fallecido. Los militares ucranianos eran agresivos y no se podía hablar con ellos. La prioridad eran los ucranianos y de los extranjeros solo pasaban mujeres y niños”, relata.
Johann observó que las autoridades mexicanas buscaban a sus compatriotas y pasaban la frontera, lo mismo ocurría con nigerianos. Ante la desesperación, una amiga de Johann logró conseguir el contacto de uno de los representantes ecuatorianos y este les dijo: “Que va a ver qué se puede hacer porque estamos en feriado”.
Esa respuesta generó que Johann y otros ecuatorianos decidieran regresar al considerar que no los iban a ayudar. Ahora se encuentra en Lviv, en un hotel y ya se está quedando sin dinero.
“Estamos en un hotel viendo con mis amigos cómo salir de Ucrania. Mi familia está preocupada. Tenemos la comida que logramos comprar hace unos días, agua ya casi no tenemos porque ya ni siquiera en las tiendas o supermercados hay agua”, cuenta.
Desde esa misma ciudad la mañana de este lunes partió un bus con 45 estudiantes hacia la frontera con Polonia.
Estas son las principales rutas que usan los ecuatorianos para huir de Ucrania
En esta labor está apoyando Abigaíl León junto a otros cuatro compañeros y el Cónsul de Ecuador en Austria. Ella tiene 24 años y es estudiante de periodismo en la Universidad Nacional de Odesa.
“Esa fue una situación fuerte, de escoger solo tu vida y dejar las maletas”, dice y agrega que no todos son registrados porque hay compatriotas que buscan una salida por su cuenta.
Aún no sabe si qué día irá a Polonia, pues quiere seguir ayudando. “Mi familia ya quiere que evacúe, aún no sé qué hacer. Aquí todos somos hermanos y nos damos la mano”, asegura Abigaíl, quien anhela que todo esto termine. (I)