En la carta de renuncia al cargo de fiscal general del Estado que envió a la Asamblea Nacional, Diana Salazar Méndez anunció que se radicará fuera del país, pero no dijo dónde.

“Me voy con la frente en alto, a sabiendas de que los mafiosos no me perdonarán haber desmantelado sus redes criminales ni haberlos desenmascarado cuando, bajo el disfraz de salvadores de la patria, en realidad la estaban saqueando. Desde el inicio de mi gestión he vivido bajo amenaza constante y he perdido la libertad de moverme con normalidad. Por ello, he tomado la difícil pero necesaria decisión de radicarme fuera del país”, señaló la exautoridad.

Salazar estuvo en el cargo por seis años y 43 días. Su periodo concluyó en abril pasado, pero se prorrogó en funciones porque el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS) no ha concluido el concurso para escoger a su sucesor.

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En la misiva, la exfuncionaria señaló que por su experiencia de muchos años en la institución “conocía los desafíos que tendría que afrontar” como fiscal general. “Sin embargo, debo confesar que no imaginé hasta qué punto la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado habían penetrado en el Ecuador”.

“El caso Sobornos reveló el nivel de descomposición de ciertos sectores políticos, al igual que los casos Reconstrucción de Manabí, Hospital de Pedernales y Diezmos. El caso Las Torres me enfrentó a una contradicción profunda: descubrir que el organismo de control del Estado era, en realidad, cuna de tratos y contratos al margen de la ley. El proceso contra el exdefensor del pueblo Freddy Carrión, sentenciado por abuso sexual, me mostró que quienes deberían proteger al pueblo también pueden violentarlo”, contó.

Pero “el punto más crítico llegó con los casos Metástasis, Plaga y Purga: la justicia había sucumbido a la tentación de lo efímero, del dinero fácil y del poder corruptor”, lamentó ella.

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Salazar explicó que por no comulgar con corruptos ni criminales, “los ataques fueron constantes y despiadados”.

“Intentaron doblegarme con insultos, recurriendo a redes sociales y ejércitos de troles que exhibieron no solo su ignorancia, sino también su machismo y racismo, denigrando mi condición de mujer afroecuatoriana”.

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“Buscaron aliados en la Asamblea Nacional para tenderme emboscadas y promover un juicio político sin fundamentos, más cercano al despropósito que al debido proceso”.

“Inventaron historias, fantasearon con mi salida, maquinaron planes para anular sentencias y hasta conspiraron atentados. Pero me mantuve firme, sin titubear, decidida a contribuir a limpiar tanta podredumbre de este país, incluso poniendo en riesgo mi vida y la de mi familia”.

Ella agradeció a su equipo de trabajo, a los funcionarios honestos de la Fiscalía, a los investigadores de la Policía, a su cápsula de seguridad y a los jueces que actuaron con transparencia, a los países que cooperaron con su trabajo, a los medios de comunicación, a los ciudadanos que apoyaron su labor, a sus amigos y a sus críticos “serios”.

“Me retiro con mi mayor tesoro intacto: la conciencia tranquila. Sé que aún quedan tareas por completar. También sé que cuando enfrenté dilemas propios del ejercicio del derecho actué no solo conforme a la ley, sino con rectitud de intención y con el firme propósito de hacer lo correcto. No obstante, soy consciente de que siempre se pueden cometer errores”, expresó. (I)

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