El objeto 3I/ATLAS, identificado el 1 de julio de 2025, se convirtió en el tercer objeto interestelar jamás observado atravesando el sistema solar. Su detección resultó llamativa porque fue realizada por ATLAS, un sistema diseñado principalmente para identificar asteroides cercanos a la Tierra, no visitantes procedentes de otros sistemas estelares.

ATLAS, operado por el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái y financiado por la NASA, funciona como un sistema de alerta temprana ante posibles impactos.

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Cada noche, su red de telescopios de gran campo fotografía amplias zonas del cielo y busca cualquier punto de luz que se desplace respecto al fondo de estrellas.

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El software compara imágenes consecutivas, elimina objetos fijos como estrellas y galaxias, y deja únicamente posibles cuerpos en movimiento.

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El 1 de julio, uno de esos puntos fue identificado y revisado por Larry Denneau, ingeniero de software senior y astrónomo del proyecto. En ese momento, el objeto no presentaba características inusuales y fue tratado como un nuevo objeto cercano a la Tierra.

Siguiendo el protocolo estándar, los datos fueron enviados al Centro de Planetas Menores, que centraliza las observaciones de asteroides y cometas a nivel mundial.

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Fue solo tras las observaciones de seguimiento, realizadas por telescopios en distintas partes del mundo, cuando surgieron las primeras señales de que algo no encajaba. Los cálculos orbitales mostraron que la trayectoria del objeto no coincidía con la de cuerpos ligados gravitacionalmente al Sol, pues se desplazaba a una velocidad demasiado alta y seguía una órbita abierta, lo que indicaba un origen externo al sistema solar.

El Centro de Planetas Menores y el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena confirmaron que el objeto no estaba ligado al Sol y lo clasificaron oficialmente como 3I/ATLAS, convirtiéndolo en el tercer objeto interestelar conocido.

A diferencia de los asteroides o cometas habituales, estos cuerpos se formaron alrededor de otras estrellas y solo son visibles durante el breve periodo en que atraviesan nuestro vecindario cósmico.

Detectar 3I/ATLAS no fue sencillo. En el momento de su paso, el objeto se desplazaba por una región del cielo densamente poblada de estrellas de la Vía Láctea, lo que dificultó su identificación.

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El sistema ATLAS requiere al menos cuatro detecciones claras para confirmar un objeto, algo que no fue posible hasta que el cuerpo se movió hacia una zona menos saturada del cielo. Esto explica por qué su detección se produjo varios días después de que ya estuviera dentro del sistema solar.

Tras semanas de observación, 3I/ATLAS ya se aleja del sistema solar, siguiendo una trayectoria que lo devolverá al espacio interestelar. Debido a su alta velocidad y a que no está ligado gravitacionalmente al Sol, el objeto solo será observable durante un periodo limitado antes de desaparecer de la vista de los telescopios terrestres.

Una vez que cruce los límites del sistema solar, continuará su viaje por la galaxia, dejando atrás un conjunto de datos que los astrónomos seguirán analizando durante años, pero sin posibilidad de volver a observarlo directamente. (I)