“Yo expropiaba bancos, no robaba. Robar es robar a un pobre. El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Es un honor robar a un banco”.
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París era entonces un refugio para miles de comunistas, anarquistas, socialistas y disidentes españoles.


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“Yo expropiaba bancos, no robaba. Robar es robar a un pobre. El que roba a un ladrón tiene cien años de perdón. Es un honor robar a un banco”.