La presión arterial alta o hipertensión arterial (HTA) es una patología del corazón que sufre un 9,3% de la población ecuatoriana de entre 18 y 59 años, según la Encuesta Nacional de Salud (Ensanut) 2011-2013.

Además, según la Organización Panamericana de la Salud, “es el principal factor de riesgo para sufrir una enfermedad cardiovascular”. Según la fuente citada ,“cada año ocurren 1,6 millones de muertes por enfermedades cardiovasculares en la región de las Américas”.

Es una afección que hace que la presión arterial se mantenga elevada de manera sostenida e inadecuada. Asimismo, se trata de la principal causa de muerte en todo el mundo, dado que las complicaciones derivadas de la hipertensión son la causa de 9,4 millones de defunciones cada año en el mundo, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).

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¿Por qué es un factor de riesgo?

Según explica el doctor Rafael Portaluppi, cardiólogo intervencionista, “es innegable la asociación causal entre un estado de hipertensión descontrolada (con valores de presión en promedio de 24 horas por encima de los 130/80 mmHg) y la aparición de eventos cardiovasculares, sobre todo insuficiencia cardíaca, enfermedad renal crónica y síndromes aórticos”.

De acuerdo al portal informativo Medline Plus, administrado por la Biblioteca de Medicina de Estados Unidos, si se deja sin tratamiento esta afección, la presión arterial puede llevar a muchas afecciones médicas. Estas incluyen enfermedades del corazón, accidente cerebrovascular, insuficiencia renal, problemas en los ojos y otros problemas de salud.

La hipertensión es denominada la “asesina silenciosa”, pues en la mayoría de ocasiones no presenta síntomas. Esto puede hacer que esta condición pueda pasar inadvertida por varias personas.

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Recomendaciones para prevención y manejo de la hipertensión

Si bien “la aparición de hipertensión se asocia de manera lineal con la edad”, es decir, mientras mayor sea alguien, mayor es la probabilidad de que sufra hipertensión, como indica Portaluppi, también “está relacionada estrechamente con malos hábitos de salud: sedentarismo, tabaquismo, obesidad, y convive frecuentemente con otras condiciones degenerativas, como diabetes o colesterol elevado”.

Llevar un estilo de vida saludable es el mejor tratamiento y prevención. Estos son los consejos de la Escuela de Medicina de la Universidad San Francisco de Quito (USFQ) para tratar esta patología.

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Pérdida de peso: En caso de sobrepeso u obesidad, bajar de peso es beneficioso en el control de la presión arterial y en la prevención de otras enfermedades crónicas.

Dieta saludable: La dieta DASH (por sus siglas en inglés: dietary approaches to stop hypertension) ha sido la más estudiada en el manejo de HTA. El plan dietario es flexible y puede ser individualizado. Los objetivos principales son incrementar el consumo de frutas, vegetales y granos integrales, consumir preferentemente lácteos descremados, y disminuir alimentos ricos en grasas saturadas (carnes o lácteos con grasa y aceite de palma) y el consumo de azúcares refinados (dulces y gaseosas).

Disminuir ingesta de sodio: Esto se puede lograr disminuyendo el consumo de alimentos procesados y cocinando con menos sal.

Incrementar ingesta de potasio: Entre los alimentos ricos en potasio se encuentran varias frutas, vegetales, frutos secos y granos (bananas, naranjas, espinaca, tomate, lentejas, frijoles, entre otros).

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Realizar actividad física: Se recomienda realizar de 90 a 150 minutos de actividad física aeróbica a la semana. Evitar el consumo de tabaco, y en caso de consumir alcohol se recomienda restringir su consumo a una bebida diaria en mujeres, mientras que en hombres se recomiendan menos de dos bebidas.

Sin embargo, “el cambiarle el pronóstico a un paciente con hipertensión va más allá de controlar numéricamente la presión”. Portaluppi considera que para tratar la hipertensión se debe establecer como objetivo reducir el riesgo cardiovascular de manera general, para lo cual se necesita recetar medicamentos antihipertensivos, pero también “una evaluación multidisciplinar con otros profesionales, como nutricionistas, endocrinólogos, médicos clínicos e inclusive psicólogos”.

“No es solo administrar una pastilla, sino muchas veces cambiar la forma de vida”, concluye. (I)